En los Lugares Celestiales

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La obediencia es la prueba de la verdadera religión, 4 de mayo

Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. Lucas 6:44. ELC 133.1

“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe”. 2 Corintios 13:5. Algunas almas concienzudas, al leer esto inmediatamente empiezan a criticar cada uno de sus sentimientos y emociones. Pero éste no es el correcto autoexamen. No son los sentimientos y emociones insignificantes los que hay que examinar. La vida, el carácter deben medirse por la única regla del carácter, la ley santa de Dios. El fruto atestigua el carácter del árbol. Nuestras obras, no nuestros sentimientos, darán testimonio de nosotros. ELC 133.2

Los sentimientos, ya sean de ánimo o de desánimo, no deberían constituirse en la prueba de nuestra condición espiritual. Mediante la Palabra de Dios debemos determinar nuestra verdadera condición ante él. Muchos se confunden en esto. Cuando están felices y gozosos piensan que son aceptos a Dios. Cuando sobreviene un cambio y se sienten deprimidos piensan que Dios los ha abandonado... Dios no desea que vayamos por la vida desconfiando de él... Cuando aún éramos pecadores Dios dio a su Hijo para que muriera por nosotros. ¿Podemos dudar de su bondad? ... ELC 133.3

Pero un fiel cumplimiento del deber va de la mano de una apreciación correcta del carácter de Dios. Hay una diligente tarea que realizar por el Maestro. Cristo vino a predicar el Evangelio a los pobres y envió a sus discípulos a hacer lo mismo que él hizo. Así envía hoy a sus obreros. Hay que juntar gavillas en los caminos y vallados. Los tremendos problemas de la eternidad requieren de nosotros algo más que una religión imaginaria, una religión de palabras y formas donde la verdad es dejada en el atrio exterior para ser admirada como una hermosa flor; ... “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado”. 1 Juan 2:4, 5.—The Review and Herald, 28 de febrero de 1907. ELC 133.4