En los Lugares Celestiales

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Una corona de espinas y una de gloria, 16 de diciembre

Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Mateo 24:30. ELC 359.1

Cristo viene en las nubes del cielo con poder y grande gloria. ¿Quién ... lo recibirá en paz? ¿Quién se contará entre el número de aquellos a quienes se aplicarán estas palabras: [Vendrá] “para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron”? 2 Tesalonicenses 1:10. ELC 359.2

Se la llama la gloriosa aparición del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo. Su venida sobrepasa en gloria a todo lo que el ojo ha contemplado alguna vez. Su revelación personal en las nubes del cielo excederá por lejos a cuanto la imaginación haya concebido. Habrá un enorme contraste con la humildad que acompañó su primera venida. Entonces vino como el Hijo del Dios infinito, pero su gloria estaba oculta por el ropaje de la humanidad. Vino sin ninguna distinción mundana de realeza, sin ninguna manifestación visible de gloria; pero en su segunda venida desciende con su propia gloria y la gloria del Padre, y asistido por las huestes angélicas del cielo. En lugar de la corona de espinas que desfiguró sus sienes, lleva una corona dentro de una corona. Ya no está vestido con los vestidos de humildad, con la vieja capa real que le pusieron encima los que se burlaron de él. No; viene vestido con un manto más blanco que la nieve más blanca. Sobre su vestidura y su muslo está escrito el nombre “Rey de reyes y Señor de señores”... ELC 359.3

Cuando venga por segunda vez la divinidad ya no quedará oculta. Viene como Uno igual a Dios, como su Hijo amado, Príncipe del cielo y de la tierra. Es también el Redentor de su pueblo, el Dador de la vida. Se contemplan la gloria del Padre y del Hijo como si fuera una.—Carta 90, 1898. ELC 359.4