En los Lugares Celestiales

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Todo hombre nuestro prójimo, 9 de noviembre

A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. Efesios 3:8. ELC 322.1

En los corazones de la mayoría de los hombres existe poco respeto hacia la verdad y la justicia. La incredulidad en Dios y en su Palabra se manifiesta por doquiera... Mientras prevalecen tales condiciones en el mundo, no hemos de encerrarnos en nuestros hogares, y pensar que todo lo que se requiere de nosotros es un asentimiento a la verdad. Cristo se dio a sí mismo como sacrificio por los pecados del mundo... Si poseéis las riquezas de la gracia de Cristo en vuestro corazón, no os aferraréis a ellas mientras la salvación de las almas dependa del conocimiento del camino de la salvación que podéis proporcionar. Quizá estas almas no vengan a vosotros y os confíen los anhelos de su corazón, pero muchas están hambrientas, insatisfechas; y Cristo murió para que pudieran poseer las riquezas de su gracia. ¿Qué haréis para que esas almas puedan compartir las bendiciones que disfrutáis?—The Review and Herald, 6 de enero de 1910. ELC 322.2

¿Estáis buscando relacionaros con los que necesitan vuestra ayuda? ¿Estáis usando vuestras oportunidades y ventajas y medios en la ganancia de almas para Cristo? Podéis decir: No soy ministro y por lo tanto no puedo predicar la verdad. Tal vez no seáis ministro en el sentido comúnmente aceptado de la palabra. Tal vez nunca seáis llamados al púlpito. No obstante podéis ser un ministro de Cristo. Si estuviereis atentos a las oportunidades que se os presentan para hablar una palabra a esta alma y a aquélla, Dios hablaría por vuestro intermedio para ganar corazones para él (Ibid.). ELC 322.3