En los Lugares Celestiales

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“Para memoria delante de Dios” 26 de octubre

Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Hechos 10:4. ELC 308.1

Es un maravilloso favor para cualquier hombre en esta vida el ser alabado por Dios como lo fue Cornelio... ELC 308.2

Ni la oración ni la limosna tienen ninguna virtud en sí mismas para recomendar a Dios al pecador. Sólo la gracia de Cristo, por medio de su sacrificio expiatorio, puede renovar el corazón y hacer nuestro servicio aceptable a Dios. Esta gracia conmovió el corazón de Cornelio... ELC 308.3

El Espíritu de Cristo había hablado a su alma. Jesús lo había atraído y se había rendido a esa atracción. Sus oraciones y sus limosnas no le fueron impuestas; no eran un precio que trataba de pagar para conseguir el cielo, sino que fueron el fruto del amor y la gratitud hacia Dios. ELC 308.4

Una oración tal hecha por un corazón sincero, asciende como incienso delante del Señor; y las ofrendas para su causa y las limosnas para los necesitados y dolientes, son un sacrificio que le complace. Por esa razón las ofrendas de los hermanos de Filipo, que ayudaban a las necesidades del apóstol Pablo, mientras era prisionero en Roma, se dice que eran “olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios”. Filipenses 4:18. ELC 308.5

La oración y las limosnas están estrechamente vinculadas; son la manifestación de nuestro amor a Dios y a nuestros semejantes. Son la manifestación de los dos grandes fundamentos de la ley divina: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas ... Y ... amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Marcos 12:30, 31. Por lo tanto, aunque nuestras ofrendas no puedan recomendarnos delante de Dios o ganar su favor, son una evidencia de que hemos recibido la gracia de Cristo.—The Review and Herald, 9 de mayo de 1893. ELC 308.6