En los Lugares Celestiales

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Bajo la disciplina de Dios, 15 de septiembre

He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; él hiere. y sus manos curan. Job 5:17, 18. ELC 267.1

Nuestro Padre celestial no aflige o lastima voluntariamente a los hijos de los hombres. Tiene su propósito en el torbellino y en la tormenta, en el incendio y en la inundación. El Señor permite que vengan calamidades sobre su pueblo para salvarlo de mayores peligros. Desea que cada uno examine su corazón estrecha y cuidadosamente, y entonces se acerque a Dios para que Dios pueda acercarse a él. ELC 267.2

Nuestra vida está en las manos de Dios. El ve peligros que nos amenazan que nosotros no podemos ver. Es el dador de todas nuestras bendiciones; ... el ordenador de todas nuestras vicisitudes... Puede permitir que venga sobre su pueblo lo que llene su corazón con tristeza, porque ve que necesita enderezar la senda para sus pies, para que el cojo no se salga del camino. Conoce nuestra condición y recuerda que somos polvo. Aun los mismos cabellos de nuestra cabeza están contados. Obra mediante las causas naturales para enseñar a su pueblo ... Las pruebas nos llegan a todos para inducirnos a investigar nuestro corazón, para ver si está purificado de todo lo que contamina. El Señor constantemente trabaja para nuestro bien presente y eterno. Ocurren cosas que nos parecen inexplicables, pero si confiamos en el Señor y esperamos pacientemente en él, humillando nuestro corazón delante de él, no permitirá que el enemigo triunfe... ELC 267.3

Cada alma que es salvada debe ser participante con Cristo de sus sufrimientos para que pueda ser participante con él de su gloria. Por la prueba de nuestra fe obtenemos fortaleza espiritual. El Señor procura enseñar a su pueblo a apoyarse enteramente en él.—Special Testimonies, Series B 6:5-7. ELC 267.4