En los Lugares Celestiales

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Un mensaje a los hijos, 28 de julio

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa. Efesios 6:1, 2. ELC 218.1

El apóstol amonesta a los hijos a obedecer a sus padres en el Señor, a ayudarlos y a estarles sujetos. Los que verdaderamente aman a Dios no lucharán por seguir su propio camino trayendo así infelicidad a sí mismos y a otros. Lucharán para representar a Cristo en carácter. ¡Cuán precioso es el pensamiento de que los jóvenes que luchan contra el pecado, que creen, que esperan y velan por la aparición de Cristo, que se sujetan a la autoridad de los padres, y que aman al Señor Jesús, estarán entre aquellos que aman su venida y que lo encontrarán en paz! Estarán sin mancha o arruga ante el trono de Dios y gozarán para siempre de su favor. Han formado hermosos caracteres, han cuidado su habla, no han hablado falsamente, han cuidado sus actos para no cometer nada malo, y son coronados de vida eterna.—Manuscrito 67, 1909. ELC 218.2

Es privilegio de los padres llevar consigo a sus hijos a las puertas de la ciudad de Dios, diciendo: He tratado de enseñar a mis hijos a amar a Dios, hacer su voluntad y glorificarlo. Para los tales se abrirán las puertas, y padres e hijos entrarán... ELC 218.3

Los miembros de cada familia que entren en la ciudad de Dios habrán sido fieles obreros en su hogar terrenal, cumpliendo las responsabilidades que Cristo les asignó. Allí Cristo, el divino Maestro, llevará a su pueblo al árbol de la vida y les explicará las verdades que en esta vida no podían entender. En esa vida futura su pueblo alcanzará la más alta educación en su plenitud. Los que entren en la ciudad de Dios tendrán coronas de oro en sus cabezas... Echaremos nuestras coronas a los pies de Jesús y vez tras vez le daremos gloria y alabaremos su nombre santo. Los ángeles se unirán en los cantos de triunfo. Tocando sus arpas de oro, llenarán el cielo todo de hermosa música y cantos al Cordero.—The Review and Herald, 28 de octubre de 1909. ELC 218.4