Dios nos Cuida

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¿Una joya o un guijarro? 26 de abril

En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos. Hageo 2:23. DNC 125.1

Los cristianos son las joyas de Cristo. Deben brillar esplendorosamente para él, y esparcir la luz de su hermosura. Su lustre depende del pulimento que reciban. Pueden elegir ser pulidos o permanecer sin pulir. Pero cada uno que es considerado digno de ocupar un lugar en el templo de Dios debe someterse al proceso de pulimento. Sin el pulimento que el Señor da no pueden reflejar más la luz que un guijarro común. DNC 125.2

Cristo le dice al hombre: “Eres mío. Te he comprado. Ahora eres apenas una piedra áspera, pero si te colocas en mis manos yo te puliré, y el lustre con el cual brillarás hará honor a mi nombre. Ningún hombre te sacará de mi mano. Te haré mi tesoro peculiar. El día de mi coronación serás una joya en mi corona de regocijo”. DNC 125.3

El Obrero divino emplea poco tiempo en un material sin valor. El pule únicamente las piedras preciosas a semejanza de las de un palacio, cortando todas las esquinas ásperas. Ese proceso es severo y penoso; hiere el orgullo humano. Cristo corta profundamente cuando el hombre en su suficiencia ha considerado completa su experiencia, y extrae del carácter el ensalzamiento propio. Corta la superficie que sobresale, y colocando la piedra a la rueda de pulir, la presiona para que se desgaste toda aspereza. Luego, levantando la joya ante la luz, el Maestro ve en ella un reflejo de sí mismo, y la considera digna de ocupar un lugar en su corona. DNC 125.4

“En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré,... y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos”. Bendita sea la experiencia, aunque sea severa, que le da un nuevo valor a la piedra, y la hace brillar con un vivo esplendor. DNC 125.5

Dios no dejará que uno de sus obreros sinceros quede solo para luchar contra los grandes males y sea vencido. El preserva como una piedra preciosa a cada uno cuya vida está oculta con Cristo en Dios.* DNC 125.6