Dios nos Cuida

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Iluminado hasta el pleno resplandor, 11 de noviembre

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida. Oseas 6:3. DNC 324.1

Estamos viviendo en medio de los peligros de los últimos días y debemos limpiarnos de toda impureza y vestirnos con el manto de la justicia de Cristo. La obra de Dios debe llevarse adelante con constancia. Hemos de poner nuestro cuerpo, alma y espíritu en sujeción a Cristo. A menos que hagamos esto, estará en peligro la salud tanto del cuerpo como del alma. DNC 324.2

Dios desea que cada día sus obreros comprendan cómo razonar lógicamente de causa a efecto, llegando a conclusiones sabias y seguras. Desea que ellos fortalezcan la memoria. No podemos permitirnos cometer errores. Hemos de sentarnos como niñitos a los pies de Cristo, aprendiendo de él cómo trabajar exitosamente. Hemos de pedir a Dios juicio sano y luz para impartir a otros... DNC 324.3

La educación más elevada consistirá en adiestrar la mente para avanzar día a día. La finalización de cada día debería hallarnos una jornada más cerca del galardón del vencedor. Nuestro entendimiento ha de madurar día tras día. Día tras día hemos de llegar a conclusiones que producirán una rica recompensa en esta vida y en la vida venidera. Al contemplar diariamente a Jesús, en vez de mirar lo que nosotros mismos hemos realizado, haremos decididos progresos en el conocimiento tanto temporal como espiritual. DNC 324.4

El fin de todas las cosas está a las puertas. No debemos permitir que lo que hemos realizado ponga el punto final a nuestro trabajo. El Capitán de nuestra salvación dice: Avancen. “La noche viene, cuando nadie puede trabajar”. Juan 9:4. Hemos de crecer constantemente en utilidad. Nuestras vidas han de estar siempre bajo el poder de Cristo. Hemos de mantener nuestras lámparas alumbrando brillantemente. DNC 324.5

La oración es la herramienta del éxito establecida por el cielo. Exhortaciones, peticiones y ruegos entre hombre y hombre, mueven a los hombres y desempeñan una parte en el control de los asuntos de las naciones. Pero la oración mueve al cielo. Sólo ese poder que viene en respuesta a la oración hará a los hombres sabios en la sabiduría del cielo y los capacitará para trabajar en la unidad del Espíritu, unidos por el vínculo de la paz. La oración, la fe y la confianza en Dios ponen en juego un poder divino que coloca las maquinaciones humanas en su verdadero valor: cero.* DNC 324.6