Cristo Nuestro Salvador
La segunda venida
Nuestro Salvador ha de volver. Antes de despedirse de sus discípulos y de salir de este mundo, les dejó la promesa de su regreso. CNS 161.1
“¡No se turbe vuestro corazón!” dijo. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; ... voy a prepararos el lugar. Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:1-3. CNS 161.2
No los dejó en la duda respecto del modo en que efectuaría su venida. “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y delante de él serán juntadas todas las naciones.” Mateo 25:31, 32. CNS 161.3
Con mucho cuidado los puso en guardia contra el engaño: “Si, pues, os dijeren: ¡He aquí, en el desierto está! no salgáis: O: ¡He aquí, en los aposentos! no lo creáis. Porque como el relámpago sale del oriente y se ve lucir hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.” Mateo 24:26, 27.* CNS 161.4
Este aviso es también para nosotros. Hoy hay falsos maestros que dicen: “¡He aquí en el desierto está!” y miles han salido al desierto, esperando encontrar a Cristo. CNS 162.1
Y miles también que pretenden tener comunicación con los espíritus de los muertos afirman: “¡He aquí, en los aposentos está!” Esto es precisamente lo que dice el espiritismo. CNS 162.2
Pero Cristo dice: “No lo creáis. Porque como el relámpago sale del oriente, y se ve lucir hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.” CNS 162.3
Al ascender Cristo a los cielos los ángeles declararon a los discípulos: “Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá del mismo modo que le habéis visto ir al cielo.” Hechos 1:11. Ascendió corporalmente, y ellos le vieron cuando los dejó y fué recibido en la nube. Volverá en una gran nube blanca, y “todo ojo le verá.” Apocalipsis 1:7. CNS 162.4
El día exacto y la hora de su venida no han sido revelados. Cristo dijo a sus discípulos que él mismo no podía decirles el día o la hora de su segunda aparición. Pero citó algunos acontecimientos mediante los cuales podrían saber cuándo se acercara su venida. CNS 162.5
“Habrá señales-dijo-en el sol, y en la luna, y en las estrellas.” Lucas 21:25. Y aun se expresa más claramente al decir: “El sol se obscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo.” Mateo 24:29. CNS 162.6
“Sobre la tierra,” dijo, habrá “angustia de naciones, en perplejidad, a causa de los bramidos del mar y la agitación de las ondas; desfalleciendo los hombres de temor, y en expectativa de las cosas que han de venir sobre la tierra habitada.” Lucas 21:25, 26. CNS 162.7
“Y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y grande gloria. Y enviará sus ángeles con grande estruendo de trompeta, los cuales juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.” Mateo 24:30, 31. CNS 163.1
El Salvador agregó: “De la higuera, pues, aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y hace brotar las hojas, sabéis que el verano está cerca: así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que él está cerca, a las puertas.” Mateo 24:32, 33. CNS 163.2
Cristo dió estas señales de su venida para que sepamos cuándo está cerca, a las puertas mismas. Cuando los árboles echan hojas en la primavera, sabemos que el verano está cerca. Pues bien, con no menos seguridad sabremos que la segunda venida de Cristo está cercana, cuando las señales aparezcan en el sol, en la luna y en las estrellas. CNS 163.3
Las señales han aparecido. El 19 de mayo de 1780, el sol se obscureció. Aquel día se conoce en la historia como “el día obscuro.” En la parte oriental de la América del Norte fué tan grande la obscuridad que en muchos sitios hubo que prender luz a mediodía. Hasta después de medianoche, la luna, a pesar de estar llena, no dió luz alguna. Muchos creyeron que había llegado el día del juicio. No pudo darse más razón satisfactoria de tan extraordinaria obscuridad que la que encontramos en las palabras de Cristo. El obscurecimiento del sol y de la luna fué una señal de la venida de Cristo. CNS 163.4
El 13 de noviembre de 1833 observóse una lluvia de estrellas como nunca se había visto hasta entonces. Miles de personas volvieron a creer que el día del juicio había llegado. CNS 164.1
Desde entonces se han multiplicado las señales: terremotos, maremotos, tempestades, pestilencias y hambres, destrucciones por fuego y agua. Todo esto, y “la angustia de naciones en perplejidad,” declaran que la venida del Señor está cerca. CNS 164.2
De los que contemplan estas señales dice Cristo: “No pasará esta generación, hasta que todo esto sea hecho. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” Mateo 24:34, 35. CNS 164.3
“El Señor mismo descenderá del cielo con mandato soberano, con la voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero; luego, nosotros los vivientes, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos a las nubes, al encuentro del Señor, en el aire; y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras.” 1 Tesalonicenses 4:16-18. CNS 164.4
Cristo viene, viene en las nubes y con grande gloria. Una muchedumbre de ángeles resplandecientes le servirá. Vendrá para resucitar a los muertos y para transformar a los santos que estén vivos y darles gloria. CNS 164.5
Vendrá para dar honra a los que le hayan amado y que hayan guardado sus mandamientos, y los llevará consigo. No se ha olvidado de ellos ni de su promesa. CNS 164.6
Ha de reanudarse la cadena de la familia. Cuando pensamos en nuestros amados que han muerto, pensamos también en la mañana en que la trompeta de Dios ha de resonar, y en que “los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos mudados.” 1 Corintios 15:52. CNS 164.7
Ese tiempo está cerca. Aún un poco más, y veremos al Rey en su belleza. Aún un poco más, y él enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Aún un poco más, y nos presentará “irreprensibles delante de la presencia de su gloria con gozo extremado.” Judas 24. CNS 165.1
Por lo tanto, al darnos él las señales de su venida, dijo: “Mas en comenzando a suceder estas cosas, erguíos y alzad vuestras cabezas; porque vuestra redención se va acercando.” Lucas 21:28. CNS 165.2