Cristo en Su Santuario

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La Biblia y sólo la Biblia

Guillermo Miller poseía facultades intelectuales poderosas, disciplinadas por la reflexión y el estudio; y a ellas añadió la sabiduría del cielo al conectarse con la Fuente de la sabiduría. Era hombre de verdadero valer, que no podía menos que imponer respeto y granjearse el aprecio dondequiera que supiera estimarse la integridad de carácter y la excelencia moral. Al unir verdadera bondad de corazón a la humildad cristiana y al dominio de sí mismo, era atento y afable para con todos, y siempre listo para escuchar las opiniones de los demás y pesar sus argumentos. Sin apasionamiento ni agitación, examinaba todas las teorías y doctrinas a la luz de la Palabra de Dios; y su sano juicio y profundo conocimiento de las Escrituras le permitían refutar el error y desenmascarar la falsedad. CES 63.2

Sin embargo no prosiguió su obra sin encontrar encarnizada oposición. Como les sucediera a los primeros reformadores, las verdades que proclamaba no eran recibidas favorablemente por los maestros religiosos. Como éstos no podían sostener sus posiciones apoyándose en las Escrituras, se vieron obligados a recurrir a los dichos y doctrinas de los hombres, a las tradiciones de los Padres. Pero la Palabra de Dios era el único testimonio aceptado por los predicadores de la verdad del advenimiento. “La Biblia, y la Biblia sola”, era su consigna. La falta de argumentos bíblicos por parte de sus adversarios era suplida por el ridículo y la burla. Tiempo, medios y talentos fueron empleados en difamar a aquellos cuyo único crimen consistía en esperar con gozo el regreso de su Señor, y en esforzarse por vivir vidas santas y en exhortar a los demás a que se preparasen para su aparición... CES 63.3

El instigador de todo mal no trató únicamente de contrarrestar los efectos del mensaje del advenimiento, sino de destruir al mismo mensajero. Miller hacía una aplicación práctica de la verdad bíblica a los corazones de sus oyentes -reprobaba sus pecados y turbaba su presunción-, y sus palabras claras y cortantes despertaron la animosidad de ellos. La oposición manifestada por los miembros de iglesia contra su mensaje envalentonó a las clases bajas a ir aún más allá; y enemigos conspiraron para quitarle la vida a su salida del lugar de reunión. Pero hubo ángeles guardianes entre la multitud, y uno de ellos, bajo la forma de un hombre, tomó del brazo al siervo del Señor y lo puso a salvo del populacho furioso. Su obra aún no estaba terminada, y Satanás y sus emisarios se vieron frustrados en sus planes. CES 64.1

A pesar de toda oposición, el interés en el movimiento adventista siguió en aumento. De veintenas y centenas el número de los creyentes alcanzó a muchos miles. Las diferentes iglesias se habían acrecentado notablemente, pero al poco tiempo el espíritu de oposición se manifestó hasta contra esos conversos, y las iglesias empezaron a tomar medidas disciplinarias con los que adoptaban los puntos de vista de Miller. Eso indujo a Miller a una reacción por escrito, donde instó a los cristianos de todas las denominaciones a que, si sus doctrinas eran falsas, se lo probasen por medio de las Escrituras. CES 64.2

Él decía: “¿Qué hemos creído que no se nos haya sido ordenado creer por la Palabra de Dios, y que ustedes mismos reconocen como la regla, la única regla de nuestra fe y conducta? ¿Qué hemos hecho para que se nos arrojasen tan virulentos cargos y diatribas desde el púlpito y la prensa, y para darles motivo para excluirnos a nosotros [los adventistas] de sus iglesias y comunión?” “Si estamos en el error, les ruego nos muestren en qué consiste nuestro error. Muéstrennos por la Palabra de Dios que estamos en el error; harto se nos ha ridiculizado, pero eso jamás podrá convencernos de que estamos en el error; la Palabra de Dios sola puede cambiar nuestro modo de ver. Nuestras conclusiones se formaron después de madura reflexión y mucha oración, a medida que veíamos las evidencias en las Escrituras” ibíd., 250, 252... CES 64.3