A Fin de Conocerle

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Gozo en la obediencia, 12 de octubre

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo. Colosenses 1:12, 13. AFC64 293.1

Nuestra eterna felicidad futura depende de que sometamos nuestra humanidad, con todas sus capacidades y facultades, a la obediencia de Dios, y la coloquemos bajo la dirección de la Divinidad. Muchas personas no tienen fe en Cristo. Dicen: “Para Cristo fue fácil obedecer la voluntad de su Padre, porque era divino”. Pero su Palabra declara: “Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Hebreos 4:15. Fue tentado de acuerdo y en proporción a su elevada condición mental, pero él no debilitó ni invalidó su poder divino cediendo a la tentación. Cristo, en su vida en la tierra, fue un representante de lo que la humanidad podría ser mediante los privilegios y las oportunidades que se le conceden en él. AFC64 293.2

Cuando Satanás tentó a nuestros primeros padres, ... procuró halagarlos haciéndoles creer que se elevarían por encima de la esfera de la humanidad. Pero Cristo, mediante su ejemplo, anima a los miembros de la familia humana a obedecer la Palabra de Dios dentro de la esfera de su humanidad. El mismo se hizo hombre, no un esclavo de Satanás para hacer su voluntad, sino un hombre con poder moral, obediente a la ley de Dios que es una copia de su carácter. Los que rehúsan someterse a una ley sabia y buena que ha emanado de Dios, son esclavos de un poder apóstata. AFC64 293.3

Jesús se hizo hombre para poder mediar entre el hombre y Dios, ... para poder restaurar al hombre a su condición original perdida en el Edén por efecto de la engañosa tentación de Satanás. ... La desobediencia no está de acuerdo con la naturaleza que Dios le dio al hombre en el Edén. Mediante el poder moral que Cristo le ha dado al hombre, podemos dar gracias a Dios que nos ha hecho aptos para recibir la herencia con los santos en luz. Mediante Cristo, cada uno puede ser un vencedor.—Carta 121, 1897. AFC64 293.4