El Colportor Evangélico

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No hay tiempo para lo vulgar

Estamos demasiado cerca del fin de la historia de la Tierra como para poner ante la gente libros que no contienen el mensaje que ella necesita. Llamen la atención de esa gente a los libros que tratan de la fe y la piedad prácticas. Purifiquen y santifiquen el campamento. Hay abundancia de libros que darán la luz al mundo. CE 147.1

No puedo entender por qué nuestras revistas deben contener tanta publicidad de libros que no son esenciales para este tiempo. Muchos de tales libros pueden obtenerse en cualquier librería. ¿Por qué no llamamos la atención de la mente de la gente a los temas que se relacionan con las palabras de vida eterna? ¿Por qué no hacer un esfuerzo para obtener notas sencillas, reales y verdaderas de nuestros obreros en todas partes del mundo? Dios pide esta clase de lectura. No tenemos tiempo para dedicarlo a las cosas comunes ni para desperdiciarlo en libros que sólo entretienen.—El otro poder, 148, 149 (1899). CE 147.2

Se me ha instruido que los relatos comunes puestos en forma de libros no son esenciales para nuestro bienestar. El mundo está inundado de esta clase de literatura, y que tales libros encuentren una fácil venta de ninguna manera es evidencia de que son libros que deberían difundirse. La pasión por la narraciones está trayendo a la existencia muchos miles de libros sin valor, que son como paja, madera y hojarasca. Esos libros fueron escritos por personas cuyas mentes se han educado para encarrilarse por el sendero de los romances. Todo lo que su mente llena de imaginación puede pensar, es entrelazado para formar un libro y presentarlo al mundo como alimento para la mente. Pero muy a menudo no tiene valor nutritivo. “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?” Jeremías 23:28. No necesitamos novelas. Estamos tratando con las duras realidades de la vida.—El otro poder, 147 (1899). CE 147.3