El Colportor Evangélico

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Tan fiel como la brújula al polo

Que el Señor ayude a todos a mejorar hasta lo sumo los talentos que se les ha encomendado. Los que trabajan en esta causa no estudian sus Biblias como debieran. Si lo hicieran, sus enseñanzas prácticas surtirían un buen efecto en sus vidas. No importa cuál sea la obra de ustedes, queridos hermanos y hermanas, háganla por el Maestro y hagan lo mejor que puedan. No pasen por alto las presentes oportunidades de oro y no permitan que su vida sea un fracaso mientras se sientan ociosamente soñando con la comodidad y el éxito en una obra para la cual Dios nunca los ha capacitado. Hagan la obra que esté a su alcance. Háganla aunque sea en medio de peligros y penurias en el campo misionero; pero les ruego, no se quejen de las dificultades y de los sacrificios personales. Consideren a los valdenses. Vean qué planes trazaron ellos para que la luz del evangelio pudiera brillar en las mentes entenebrecidas. No debemos trabajar con miras a recibir nuestra recompensa en esta vida, sino con nuestros ojos fijos tenazmente en el premio que se nos otorgará al fin de la jornada. Ahora se necesitan hombres y mujeres que sean tan fieles al deber como la brújula al polo, hombres y mujeres que trabajen sin que sea necesario que se les suavice el camino y se les saquen los obstáculos. CE 71.3

Cuando viven su fe—He descrito lo que los colportores deben ser; y quiera el Señor abrir sus mentes para que comprendan este tema en todas sus dimensiones, y que reconozcan su deber de representar el carácter de Cristo por medio de su paciencia, valor e integridad constantes. Que no olviden que pueden negarlo a través de un carácter débil e indeciso. Jóvenes, si llevan estos principios con ustedes al campo del colportaje, serán respetados; y muchos creerán la verdad que profesan, porque viven su fe, porque la vida cotidiana de ustedes es como una luz brillante puesta sobre un candelero, que alumbra a todos los que están en casa. Aun sus enemigos, por más que le hagan la guerra a sus doctrinas, los respetarán; y cuando hayan logrado todo esto, las palabras sencillas de ustedes tendrán poder y llevarán la convicción a los corazones.—Testimonios para la Iglesia 5:382, 383 (1885). CE 72.1