El Colportor Evangélico

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El divino consejero

Cuando están afligidos, muchos piensan que deben dirigirse a algún amigo terrenal para contarle sus perplejidades y pedirle ayuda. En circunstancias difíciles, la incredulidad llena sus corazones y el camino les parece oscuro. Sin embargo, está siempre a su lado el poderoso Consejero de todos los siglos, invitándoles a depositar en él su confianza. Jesús, el gran Ayudador, les dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar”. ¿Nos apartaremos de él para seguir en pos de falibles seres humanos que dependen de Dios como nosotros mismos? CE 228.3

Tal vez echen de ver las diferencias de vuestro carácter y la escasez de vuestra capacidad frente a la magnitud de la obra. Pero aunque tuvieran la mayor inteligencia dada al hombre, no bastaría para vuestro trabajo. “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5), dice nuestro Señor y Salvador. El resultado de todo lo que hacemos está en manos de Dios. Suceda lo que suceda, aférrense a él, con firme y perseverante confianza. CE 229.1

En sus negocios, en las amistades que cultiven durante sus ratos de ocio, y en los vínculos que duren toda la vida, inicien todas sus relaciones tras seria y humilde oración. Así probarán que honran a Dios, y Dios les honrará. Oren cuando se sientan desfallecer. Cuando estén desalentados, permanezcan mudos ante los hombres; no echen sombra sobre la senda de los demás; mas díganselo todo a Jesús. Alcen sus manos en demanda de auxilio. En su flaqueza, aférrense de la fuerza infinita. Pidan humildad, sabiduría, valor y aumento de fe, para que vean la luz de Dios y se regocijen en su amor. CE 229.2