El Colportor Evangélico

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Consideración por quienes llevan cargas

Muchos son los que han llevado tan pocas cargas, y cuyo corazón ha experimentado tan poca angustia verdadera, y ha sentido tan poca congoja por el prójimo, que no pueden comprender lo que es llevar cargas. No son más capaces de apreciar las de quien las lleva que lo es el niño de comprender el cuidado y el duro trabajo de su recargado padre. El niño se sorprende ante los temores y las perplejidades de su padre. Le parecen inútiles. Pero cuando su experiencia aumente con los años y le toque llevar su propia carga, entonces echará una mirada retrospectiva sobre la vida de su padre y comprenderá lo que anteriormente le parecía tan incomprensible. La amarga experiencia le dará conocimiento. CE 200.3

No se comprende la pesada labor de muchos ni se aprecian debidamente sus trabajos hasta después de su muerte. Cuando otros asumen las cargas que el extinto dejó, y tropiezan con las dificultades que él arrostró, entonces comprenden hasta qué punto fueron probados su valor y su fe. Muchas veces, ya no ven las faltas que tanto se apresuraban a censurar. La experiencia les enseña a tener simpatía. Dios permite que los hombres ocupen puestos de responsabilidad. Cuando se equivocan, tiene poder para corregirlos o para deponerlos. Cuidémonos de no juzgar, porque es obra que pertenece a Dios. CE 201.1

La conducta de David para con Saúl encierra una lección. Por mandato de Dios, Saúl fue ungido rey de Israel. Por causa de su desobediencia, el Señor declaró que el reino le sería quitado; y no obstante, ¡cuán cariñosa, cortés y prudente fue la conducta de David para con él! Al procurar quitarle la vida a David, Saúl se trasladó al desierto y, sin saberlo, penetró en la misma cueva que David y sus guerreros estaban escondidos. Entonces “los hombres de David le dijeron: ‘Mira, este es el día que Jehová te anunció: “Yo entrego a tu enemigo en tus manos, y harás con él como te parezca”’... Y [David] dijo a sus hombres: ‘Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová. ¡No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido de Jehová!’” 1 Samuel 24:4, 6. El Salvador nos dice: “No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, se os medirá”. Mateo 7:1, 2. Acuérdense de que pronto el curso de vuestra vida será revisado ante Dios. Recuerden también que él dijo: “Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas... pues tú, que juzgas, haces lo mismo”. Romanos 2:1. CE 201.2