El Colportor Evangélico

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Comprender nuestra responsabilidad

Existe el peligro de que nos dejemos invadir por un espíritu de mercantilismo y absorber tanto en los negocios terrenales, que las verdades de la Palabra de Dios no se manifiesten en nuestra vida. El amor por hacer negocios y obtener ganancias se vuelve siempre más dominante. Hermanos míos, sean vuestras vidas realmente convertidas. Si hubo alguna vez un tiempo en que fuese necesario comprender nuestra responsabilidad, es ahora, cuando la verdad está caída en la calle y la rectitud no puede entrar. Satanás ha bajado teniendo gran poder, para obrar con todas las seducciones de injusticia en aquellos que perecen; y todo lo que es susceptible de ser removido lo será; solamente subsistirán aquellas cosas que no puedan serlo. CE 10.1

El Señor vendrá; estamos entrando en escenas de calamidades. Los agentes de Satanás, aunque invisibles, se esfuerzan por destruir las vidas humanas. Pero si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, contemplaremos su gracia y su salvación. El Señor viene para establecer su reino sobre la Tierra. Que nuestras lenguas sean santificadas y empleadas para su gloria. Trabajemos ahora como no lo hicimos nunca. Somos exhortados a instar “a tiempo y fuera de tiempo”. 2 Timoteo 4:2. Debemos crear oportunidades para la presentación de la verdad, y aprovechar toda ocasión que se nos presente para atraer a las personas al Salvador. CE 10.2

Como pueblo, debemos reconvertirnos, de manera que nuestra vida santificada anuncie la verdad tal cual es en Jesús. Al mismo tiempo que repartimos nuestras publicaciones, podemos, con el corazón ardiente y palpitante, hablar del amor del Salvador. Sólo Dios puede perdonar los pecados; si no comunicamos este mensaje a los inconversos, nuestra negligencia puede implicar su perdición... El Señor nos pide a todos que nos esforcemos para salvar a los seres humanos que perecen. Satanás está obrando; procura seducir aun a los mismos escogidos; ahora es el momento de trabajar con vigilancia. Debe darse publicidad a nuestros libros y periódicos; el evangelio de la verdad presente debe ser dado sin tardanza a nuestras ciudades. ¿Cumpliremos con nuestro deber?—Joyas de los Testimonios 3:313, 313 (1909). CE 10.3