Elena G. de White en Europa
Prólogo histórico
Ningun libro basado en la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Europa, pasaría por alto la importantísima contribución que realizó el pastor y publicista pionero Juan Nevins Andrews. El pastor Andrews, establecido en Suiza, trabajó desde el otoño de 1874 hasta el otoño de 1883. El testimonio que dio en Europa marcó el nacimiento de dos fuerzas: La primera consistía en las fervientes súplicas de los adventistas guardadores del sábado que residían en Suiza, pidiendo que la Asociación General los ayudara y colaborara enviándoles un pastor; y la segunda, en la creciente convicción de los dirigentes de la iglesia de que debían enviar a uno de los miembros destacados, del Nuevo Mundo al Viejo, para colaborar con los hermanos europeos en la formación de una feligresía en Europa. EGWE 17.1
Alberto Vuilleumier, de Tramelán, Suiza, uno de los primeros frutos del trabajo de Czechowski, se puso en contacto desde el principio con los dirigentes de la Asociación General en Battle Creek. En una carta dirigida a los “queridos hermanos en Cristo”, el 6 de enero de 1869, se lamentó por el hecho de que Czechowski “está casi siempre viajando”, e hizo la siguiente confesión: “Anhelamos que nuestra organización, que los hermanos, envíen un misionero lleno de valor y fe, que sea capaz de soportarlo todo por amor a la verdad, y que esté de acuerdo [armonice] con nosotros. Necesitamos la experiencia y la orientación de nuestros hermanos y deseamos, por consiguiente, que un hermano venga y permanezca aquí algún tiempo... para organizarnos, aconsejarnos, fortalecernos... Les abrimos nuestros brazos, nuestros corazones, y les ofrecemos nuestros hogares”. EGWE 17.2
A estos pensamientos fraternales de exhortación, seguían algunas preguntas acerca de la doctrina de la iglesia y comentarios sobre la obra de M. B. Czechowski y de un obrero nuevo y joven, Jaime Erzberger, quien, según dice la carta, “estudió para misionero en el Instituto de St. Chrischona, cerca de Basilea”. “Ya fue bautizado—continuaba la carta—, y está proclamando el mensaje del tercer ángel en la Suiza alemana y nos da su apoyo. Es un genuino siervo de Dios y trabaja bien. También fueron bautizadas dos hermanas, y confiamos que este año se unirán a la iglesia otras personas que quedaron muy impresionadas. De esta manera se va abriendo camino la misión, en forma lenta pero, creemos, segura. Es una hora muy solemne para los que estamos en este campo”. EGWE 18.1
El mismo Andrews, que era presidente de la Asociación General, contestó la carta de Vuilleumier. Su respuesta está fechada el 2 de abril de 1869. Escribió con mucho sentimiento: EGWE 18.2
“Es probable que nuestra Asociación General se reúna a fines de mayo. En esa oportunidad consideraremos seriamente su carta y haremos lo posible por ayudarle. Tenemos relativamente pocos obreros y este país, desprovisto de ayuda, es vasto. Sin embargo, su súplica nos ha conmovido profundamente y con oración estudiaremos qué se puede hacer. Creemos que los hombres que van a trabajar como misioneros deben ser piadosos, de criterio sobrio, y el celo y la cautela deben integrar su carácter... Es tarea de la Asociación General enviar estos misioneros. Nuestra falta de obreros para satisfacer las necesidades urgentes es tan grande que no sabemos a qué lado mirar”. EGWE 18.3
La carta tiene una posdata escrita por Jaime White, quien señala su plena conformidad con las declaraciones del Hno. Andrews, y añade: “Los amamos y sentimos un profundo interés por su prosperidad. Ayer, en una reunión especial de la iglesia, la Sra. de White habló en favor de ustedes a los hermanos en la forma más conmovedora. Casi todos lloraban... No quedaremos silenciosos e inactivos con respecto a ustedes”. EGWE 19.1
Jaime H. Erzberger, a quien los adventistas suizos enviaron a Estados Unidos para que abogara por conseguir un ministro, repitió y dio énfasis al pedido suizo de 1869. En Norteamérica lo ordenaron al ministerio y regresó al Viejo Mundo convertido en el primer pastor adventista que trabajó allí. EGWE 19.2
El saber que algunos grupos pequeños en distintos lugares de Europa, mediante el estudio de la Palabra, habían llegado a aceptar la verdad del sábado y la luz que el Señor le dio a Elena G. de White, en el sentido de que la iglesia debía distinguirse por su alcance internacional, ayudó a los adventistas a sentir la responsabilidad de evangelizar el mundo. Los dirigentes de la Asociación General consideraron con oración su responsabilidad de iniciar la obra en el extranjero y de elegir a una persona para enviarla a Europa en respuesta al llamado. Una cosa era cierta: Si pensaban enviar un representante de los Estados Unidos, tenía que ser el mejor. Entonces sus ojos se volvieron a Juan Nevins Andrews. EGWE 19.3
Durante los primeros años de su ministerio, Andrews trabajó muy cerca de Jaime White y de su esposa Elena, quienes apoyaron con todo entusiasmo la propuesta de enviarlo a Europa. .Ambos siguieron con profundo interés el desarrollo de la obra en dicho continente. EGWE 19.4
La nutrida correspondencia que Andrews envió a los White—actualmente depositada en la bóveda de Publicaciones White—, indica que ambos esposos fueron sus íntimos consejeros, algo así como sus padres. El los amaba y les era profundamente leal. Aunque no había mucha diferencia de edad entre ellos, los temperamentos eran tan distintos que su relación mutua se complementaba. A pesar de ser suave, sumiso y temeroso de cometer errores, Andrews era fervoroso y trabajaba con ahínco. Poseía una gran fuerza intelectual y era un alumno e investigador infatigable. Era capaz de ver y de comprender la profundidad y la anchura de la verdad y de buscar con diligencia hasta hallarla. Los White correspondían sus confidencias y siempre estuvieron de su lado para impartirle fuerza mediante su criterio maduro y robusto y sus intrépidos rasgos de carácter. EGWE 20.1
Una combinación de conocimientos útiles y de capacidad intelectual, unidos a la fe en la Biblia y en los consejos del espíritu de profecía, fueron factores importantes que contribuyeron al éxito de Andrews, como sucedió también con otros dirigentes espirituales del movimiento adventista en los primeros tiempos de la proclamación del mensaje. EGWE 20.2
Los insistentes llamados de Europa para que enviaran ayuda pastoral y el sentido de responsabilidad arraigado en el corazón de los dirigentes de la iglesia, los indujeron a tomar una decisión. Elena G. de White, al hablar posteriormente ante nuestros creyentes de Europa, declaró: “Les mandamos el mejor hombre que teníamos”. EGWE 20.3
Refiriéndose a una circunstancia que dio realce al llamado de Andrews, Juan Corliss escribió: EGWE 20.4
‘Se decidió realizar un congreso a poca distancia, al oeste de Battle Creek, en el verano de 1874, precisamente antes de la partida de nuestro primer misionero al extranjero; el pastor Andrews estaba presente. Cuando se trató el tema de la expansión del mensaje, y se dio la noticia de que él partiría pronto para Europa, sobrevino un cambio en la reunión, y el pastor Andrews, a quien jamás se lo había visto tan solemne, cambió de inmediato su fisonomía. Su rostro resplandecía con tal luminosidad que al verlo y al oír sus palabras aparentemente inspiradas, que expresaban su serena aceptación de estar en cualquier parte con el Señor, pensé en la historia de Esteban, cuyo rostro parecía ‘el rostro de un ángel’”.—Origin and History of Seventh-day Adventists 2:203. EGWE 20.5
Esto describe el espíritu del hombre cuya labor como pionero en Europa concluyó con su muerte, dos años antes de la llegada de la Sra. de White. EGWE 21.1
Andrews, que era viudo, partió de Boston el 15 de septiembre con sus hijos Carlos y María. Su primera tarea fue visitar a los conversos nuevos, ayudar a impartir instrucción y organizar a los creyentes y grupos que iban surgiendo en Suiza, Escandinavia y otros lugares. EGWE 21.2
Estableció su hogar en Suiza y comenzó a publicar en francés, un idioma nuevo para él, pero que se dedicó a aprender de inmediato. Después de un tiempo se le reunieron A. C. y D. T. Bourdeau, dos franco-americanos que vivían en el estado de Vermont. Habían aceptado la fe en 1857, y la predicaron con todo entusiasmo en muchas ciudades y pueblos de Nueva Inglaterra y Canadá. En un esfuerzo por robustecer su ministerio, tradujeron e imprimieron varios folletos en francés. EGWE 21.3
Dios colocó la carga del ministerio sobre algunos inmigrantes europeos radicados en América, y con el tiempo se publicaron folletos en alemán y en holandés. Luego siguieron publicaciones en dinamarqués y en noruego. J. G. Matteson, de origen danés, trabajó con diligencia y abnegación entre los dinamarqueses y noruegos de los Estados Unidos. Más tarde viajó también a Europa, y tuvo una destacada actuación en los comienzos de la obra en los países escandinavos. Pero el primer misionero que llegó a Europa proveniente de los Estados Unidos fue Andrews. EGWE 21.4