Elena G. de White en Europa
Una tarea para jóvenes y ancianos
La Sra. de White sabía que debían afrontar enormes dificultades, pero había una obra que podían realizar los miembros de todas las edades: EGWE 72.1
“El éxito no depende tanto de la edad o de las circunstancias de la vida, como del amor genuino hacia los demás. Mirad a Juan Bunyan dentro de las paredes de la prisión... No está ocioso. El amor por las almas sigue ardiendo en su interior, y desde su oscura prisión surge una luz que alumbra a todo el mundo civilizado. Su libro El Peregrino, escrito en las circunstancias más adversas, describe la vida cristiana con tal precisión, y presenta el amor de Cristo bajo una luz tan atractiva, que centenares y millares de personas se convirtieron por medio de ese instrumento”.—Ibid. 151. EGWE 72.2
Las palabras que siguieron inspiraron ánimo a los que tenían origen luterano: EGWE 72.3
“Contemplad ahora a Lutero en su prisión de Wartburg, mientras traduce la Biblia, que salió luego como una antorcha llevada de un país a otro por sus conciudadanos, para separar la religión de Cristo de la superstición y el error”.—Ibid. EGWE 72.4
Luego instó a los jóvenes para que se dedicaran al servicio de Cristo, y terminó con una exhortación: EGWE 72.5
“Estoy agradecida al ver una congregación tan numerosa en esta reunión. Pero el año próximo, ¿se verá más que duplicado el número de los presentes? Que cada uno responda por sí mismo acerca de lo que hará”.—Ibid. 153. EGWE 72.6
Aquella tarde volvió a predicar. Nuevamente el auditorio se separó en grupos de distintas nacionalidades. El pastor D. T. Bourdeau tradujo al idioma francés, el pastor Erzberger al alemán y el pastor Oyen al dinamarqués y noruego. Fue una experiencia agradable para la Sra. de White, ya que el sistema de traducción le permitía disponer de más tiempo para reflexionar en lo que estaba diciendo, y para descansar la voz. EGWE 72.7
Hubo también una exhortación diferente y sorpresiva—una “experiencia nueva para muchos de nuestros hermanos europeos”, como la describió Elena G. de White. Al concluir su predicación, invitó “a todos los que deseaban ser cristianos y que sentían que no habían mantenido una relación viva con Dios, que pasaran al frente”, y declaró que “uniremos nuestras oraciones a las suyas para pedir perdón por el pecado, y gracia para resistir a la tentación”.—The Review and Herald, 3 de noviembre de 1885. EGWE 73.1
Dios hizo la obra. La gente respondió con gusto. La Hna. White declaró: “Pareció que toda la congregación se entusiasmó, y lo mejor que pudieron hacer fue quedarse en su sitio para buscar juntos al Señor”.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 173. EGWE 73.2
Después de esta exhortación, 115 personas, muchas de las cuales lloraban sin cesar, expresaron en un emotivo testimonio su deseo de tener una experiencia genuina en las cosas de Dios. EGWE 73.3
En un informe de este incidente publicado en la Review, Elena G. de White describió la sinceridad de esta reunión de reavivamiento celebrada en Basilea. Dio testimonio de que la obra del Espíritu de Dios es similar dondequiera que estén sus hijos. “El Espíritu Santo obra de igual manera en todo el mundo. Cuando se lo recibe en el corazón, todo el carácter se transforma... Los viejos hábitos y costumbres, el orgullo nacional y el prejuicio se quebrantan... Y esto da como resultado la unidad de pensamiento y acción”.—The Review and Herald, 3 de noviembre de 1885. EGWE 73.4