Elena G. de White en Europa

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Una carta de confesión dirigida a la Hna. White

Sin embargo, en 1891 recapacitó con respecto a su posición independiente, y se arrepintió sinceramente de su espíritu antagónico. Así lo hizo saber en una carta de confesión manuscrita que dirigió a la Hna. White en agosto de 1891. Dice lo siguiente: EGWE 330.1

“Apreciada Hna. en Cristo: EGWE 330.2

“Es probable que la sorprenda un poco recibir una carta mía, pero durante la semana pasada sentí la impresión de que el hecho de escribirle y liberar mi corazón, equivaldría a apartar otro lastre que puede obstaculizar mi carrera al cielo. Perdóneme, por lo tanto, por tomar una parte de su valioso tiempo; trataré de ser breve. EGWE 330.3

“Cuando me relacioné por primera vez con este pueblo, hace más de 13 años, aprendí por experiencia a saborear la paz de Dios y a tener la seguridad del perdón de los pecados, y a liberarme de su esclavitud. En lo que respecta a la teoría, confieso que tuve poca luz, en este punto y en muchos otros. Durante casi siete años me mantuve victorioso, mientras realizaba firmes progresos. Tuve el privilegio de conocerla a usted y a su querido esposo poco tiempo después de abrazar la verdad; y jamás olvidaré su bondad cuando me compró el saco que usé para mi graduación y cuando me dio los diagramas al iniciarme en la predicación. Pero, poco tiempo antes de venir a Europa comenzaron las derrotas, al principio muy leves y a largos intervalos. Aunque deseaba trabajar en favor de la unión, no siempre tenía sentimientos correctos hacia usted. EGWE 330.4

“Las circunstancias peculiares de Basilea no me ayudaron y lentamente fui perdiendo terreno. Cuando regresé a Norteamérica deseaba recibir ayuda, pero las reuniones de Mineapolis no hicieron otra cosa que añadir oscuridad. Sus palabras fueron exactas en mi caso. Traté de vencer por medio del trabajo; esto me ayudaba parcialmente durante un tiempo, pero la esclavitud proseguía. ¡Oh, cuán oscuras son las horas de cautiverio, cuando se ha probado antes la libertad! ¡Si no hubiera sido por la libertad y la experiencia que disfruté antes de esa época, no sé adónde hubiera sido arrastrado! EGWE 330.5

“Pero la dulce paz de Dios ya no moraba en mí. Podía disfrutar de libertad y sentir sus bendiciones durante las reuniones, pero cuando éstas terminaban el cautiverio proseguía, y se producían ‘altos’ y ‘bajos’, e iba más hacia abajo que hacia arriba. Más de una vez me tendí en el suelo, pidiéndole a Dios que me ayudara, pero no estaba dispuesto a destruir totalmente el ídolo del pecado. Cuando oí decir que las últimas reuniones de la Asociación General habían sido muy buenas pensé que sería hermoso que eso fuera cierto. Fui a Londres y recibí un poco más de luz acerca de mi verdadera condición, di algunos pasos pero no tuve éxito ni gané plenamente la victoria. EGWE 331.1

“El Hno. Olsen vino a Hamburgo y fuimos juntos a Basilea. Allí siguió la lucha a brazo partido, hasta la semana pasada, cuando regresé a Hamburgo. La salud de mi esposa y la inestabilidad de nuestros asuntos representaban una pesada carga y mientras imploraba a Dios—una vez más debería decir—, fui liberado, y la dulce paz de Dios volvió a morar en mi interior, y hoy preferiría dar la vida y todo lo que poseo antes que volver a perder esa paz por causa del pecado. EGWE 331.2

“¡Oh, tiene un sabor tan precioso, después de sufrir durante años la muerte espiritual! Y hoy, con la luz que he recibido de mis hermanos, espero conservar esa experiencia y guardarla hasta el fin. Puedo creer que aún la misma victoria final me pertenece, y no porque la merezca, ya que he aprendido mi insignificancia, sino porque Cristo vive en mí. Sólo puedo culpar a una persona por mis oscuras experiencias del pasado, y esa persona soy yo mismo. EGWE 331.3

“Por grandes que sean las tinieblas que nos rodean, si hay luz en nosotros, podemos iluminar. Pero alabo a Dios por su longanimidad hacia mí, porque me ha dado no sólo un cargo, sino aun habiendo sido tan indigno como fui, un lugar entre su pueblo. EGWE 332.1

“Debido a los sentimientos que albergué contra usted y las palabras que pronuncié especialmente durante la reunión de Mineápolis, le ruego me perdone. Si usted y mis hermanos todavía tienen un lugar para mí en la causa de Dios, puedo decir que con la ayuda divina, de la cual tengo evidencias, seré un pastor, un miembro de iglesia y un hermano diferente. Mi corazón anhela ir en pos de las almas como lo hacía hace años, y siento también la liberación de la esclavitud del pecado y la paz de Dios como entonces. Tras de mí quedan algunas experiencias tristes, pero miro hacia adelante confiando en un futuro más brillante. Quiero aprender más de la plenitud de Cristo y de lo que significa mi elevada vocación en él. Y quiero llegar a la plena armonía con mis hermanos y hermanas a fin de que, cuando volvamos a vernos, pueda gozar con ellos de las ricas bendiciones celestiales. EGWE 332.2

“Dios, en su misericordia, aun en mis horas oscuras me ayudó a estar en paz con mis hermanos de este lugar y a mantener la unión con nuestro pueblo e incluso a trabajar en favor de esa unión. Sin embargo, la he estropeado muchas veces con mis actos. El Señor me ha mantenido hasta ahora en un lugar que no merezco, pero ha vuelto a encontrarme y no deseo volver a extraviarme. EGWE 332.3

“Puego apreciar ahora sus consejos del pasado y ver luz donde antes había tinieblas. Si no tuviera el privilegio de volverla a ver el año próximo, puedo asegurarle que en Cristo seré uno con usted en su obra, y que mis oraciones la acompañarán. Apreciaría mucho recibir de usted unas pocas palabras indicándome que ha recibido mi carta y que me concede el perdón y, recibiré agradecido sus palabras de consejo, advertencia o reproche... EGWE 332.4

[Los dos párrafos siguientes contienen informes del progreso de la obra en Alemania, que contaba con cinco iglesias, 126 miembros y 150 observadores del sábado en total.] EGWE 333.1

“Que el Señor la bendiga en su viaje a Australia, si la Providencia la guía hasta allá. Suyo en la verdad”. EGWE 333.2

(firmado) L. R. Conradi 16 de agosto de 1891*

Si Elena G. de White contestó esta carta, debe haberle enviado alguna nota manuscrita confidencial, porque en los archivos de correspondencia escrita a máquina que dejó no se ha encontrado ninguna respuesta. EGWE 333.3