Elena G. de White en Europa
Una visita a la Iglesia de Gladbach
Mientras estaba en Gladbach, la Hna. White quedó encantada al ver los hermosos jardines de la familia Doerner, adornados con una variedad de árboles, plantas y flores. La belleza y la fragancia del jardín fueron una terapia natural para su cuerpo y su mente. Caminaba por el jardín reflexionando en la bondad de Dios, al proveer al mundo con las encantadoras bellezas que él había creado. EGWE 325.3
Más tarde escribió lo siguiente: EGWE 325.4
“Mientras estaba en Europa, una hermana... que se hallaba profundamente apenada, me escribió pidiéndome algunos consejos que la animaran. La noche que siguió a la lectura de su carta, soñé que me hallaba en un jardín y que uno, al parecer el dueño del mismo, me conducía por sus caminos. Yo estaba recogiendo flores y gozando de su fragancia, cuando esta hermana, que había estado caminando a mi lado, me llamó la atención hacia algunos feos zarzales que le estorbaban el paso. Allí estaba ella afligida y llena de pesar. No iba por el camino siguiendo al guía, sino que caminaba entre espinas y abrojos. ‘¡Oh!—murmuró ella—¿no es una lástima que este hermoso jardín esté echado a perder por las espinas?’ Entonces el que nos guiaba dijo: ‘No hagáis caso de las espinas, porque solamente os molestarán. Cortad las rosas, los lirios y los claveles’”.—El Camino a Cristo, 118. EGWE 325.5
Entonces pregunta la Sra. de White: EGWE 326.1
“¿No ha habido en vuestra experiencia algunas horas felices? ¿No habéis tenido algunos momentos preciosos cuando vuestro corazón ha palpitado de gozo respondiendo al Espíritu de Dios? Cuando abrís el libro de vuestra experiencia, ¿no encontráis algunas páginas agradables? ¿No son las promesas de Dios fragantes flores que crecen a cada lado de vuestro camino? ¿No permitiréis que su belleza y dulzura llenen vuestro corazón de gozo?”—Ibid. EGWE 326.2
Esa tarde predicó un emotivo sermón basado en Juan 15:1-3. El Hno. Conradi tuvo a su cargo la traducción. Ella sentía intensamente el tema. “La verdad fue una realidad para mí—explicó—, y sentí que Dios me dio realmente una fuerza especial y me impartió su Espíritu Santo mientras hablaba. Vi ante mí a un grupo inteligente que disfrutaba de escasos privilegios y por el cual los ministros trabajaban muy poco. Tenemos la esperanza de que la reunión haya sido una bendición para los que estuvieron presentes, y oramos por que así sea”. The Review and Herald, 11 de octubre de 1887. La sierva del Señor predicaba con frecuencia acerca de los capítulos 14 y 15 de Juan. EGWE 326.3
A la mañana siguiente, el grupito de viajeros abordó el tren que iba a Hamburgo, desde donde seguirían viaje a Copenhague. EGWE 326.4