Elena G. de White en Europa

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El testimonio de S. N. Haskell

“¿Cuáles son algunos de los frutos inconfundibles que permiten reconocer a un verdadero profeta?”, solía preguntar el experimentado pionero y profesor de Biblia S. N. Haskell a sus alumnos. Y él mismo respondía a su pregunta de la siguiente manera: “El testimonio de un verdadero profeta estará de acuerdo con el de los profetas de Dios que vivieron antes que él, y puede también ampliar la verdad que ellos enseñaron. Las palabras de Dios son definidas y puras: ‘Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre’. Salmos 12:6, 7. Se representa a las palabras divinas como refinadas: ‘En cuanto a Dios, perfecto en su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan’. Salmos 18:30. En Salmos 119:140 se dice de ellas que son ‘muy puras’. EGWE 277.1

“Nadie puede añadir nada a la revelación bíblica pero el profeta inspirado ampliará el tema o las palabras que hablaron los profetas que le precedieron...” EGWE 277.2

En Salmos 138:2 leemos las palabras siguientes: ‘Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas’. En Isaías 42:21 hallamos la siguiente profecía mesiánica: ‘Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla’. En Mateo 5:21-26 se ilustra el principio que enseña cómo es magnificada la ley. Los versículos citados se refieren al sexto mandamiento, y los (versículos 27-30), al séptimo. Este principio representa una prueba positiva de inspiración, y cualquier profeta que no logre impartir a las otras escrituras un sentido más amplio y maravilloso, no está llevando el fruto apropiado” (S. N. Haskell, citado en Divine Predictions Fulfilled, por F. C. Gilbert, págs. 29-33). EGWE 277.3

Haskell colaboró con Elena G. de White en su obra y observó cuidadosamente los frutos de su ministerio. Posteriormente dio el siguiente testimonio: “Después de haber comparado durante casi sesenta años los escritos de la Sra. de White con la Biblia, podemos decir, con toda veracidad, que ahora sabemos que se trata no sólo de un verdadero profeta que satisfizo la prueba de la Biblia, sino que ésta se ha cumplido literalmente en sus escritos y en su carácter”.—Ibid. 33. EGWE 278.1