Elena G. de White en Europa

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Un ministerio “bibliocéntrico”

Dos semanas de evangelización pública en Nimes, Francia

Durante las dos semanas que Elena G. de White pasó en Nimes, Francia, presentó doce mensajes consecutivos al pequeño grupo de creyentes locales del lugar y al público en general que había sido invitado a asistir. Diez de esos sermones resumidos todavía se conservan. Algunos fueron predicados en las reuniones celebradas por las tardes, y otro por la noches. Biblia en mano, la Sra. de White leía el texto que había escogido y luego predicaba tomando la Palabra de Dios como base. Como una verdadera evangelista, presentaba mensajes “Cristocéntricos”. Los títulos de sus sermones y los versículos que constituían la base de sus predicaciones son los siguientes: EGWE 271.1

Sábado 16 de octubre: “Si quieres entrar en la vida”, Mateo 19:16-20.
Domingo 17 de octubre: “Venid a mí”, Mateo 11:28-32.
Lunes 18 de octubre: “Caminad en la luz”, Juan 14:21.
Miércoles 20 de octubre: “La escalera al cielo”, 2 Pedro 1:1.
Jueves 21 de octubre: “Escudriñad las Escrituras”, 2 Pedro 1:19-21.
Viernes 22 de octubre: “La cruz antes que la corona”, Mateo 16:24-27. Sábado 23 de octubre: “La Ley de Dios es la norma del
carácter”, Juan 7:14-17.
Domingo 24 de octubre: “La Esperanza que tenemos
ante nosotros”, 1 Juan 3:1.
Sábado 30 de octubre: “Dos normas”, 1 Corintios 2:12-14.
Domingo 31 de octubre: “Cómo obtener la idoneidad para
el cielo”, Lucas 12:34.
EGWE 271.2

A pesar de que todas sus predicaciones se basaban en la Biblia, en su presentación de la tarde del jueves 21 de octubre titulada “Escudriñad las Escrituras” realmente indujo a sus oyentes a apreciar y reverenciar la Biblia como la Palabra del Dios Vivo. “Nuestro versículo declara que tenemos algo seguro—expresó—. Vale decir, las Escrituras que nos han sido reveladas, las cuales representan la voz de Dios dirigiéndose a nosotros”.—Manuscrito 43, 1886. EGWE 272.1

En el piadoso hogar protestante de su infancia, sus consagrados padres, Roberto y Eunice Harmon, enseñaron a sus ocho hijos a confiar en las Sagradas Escrituras como en “la voz de Dios” hablándoles directamente. Durante toda su vida, jamás puso en duda la inspiración de la Palabra de Dios, y así lo escribió más tarde: “En la Palabra de Dios la mente halla tema para el pensamiento más profundo, para la aspiración más elevada. Por medio de ella podemos estar en comunión con los patriarcas y profetas, y escuchar la voz del Eterno cuando se dirige a los hombres”.—Testimonies for the Church 5:25. EGWE 272.2

De esta diminuta mujer norteamericana, al igual que del joven Timoteo, podía decirse “que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. 2 Timoteo 3:15. EGWE 272.3

A pesar de haber recibido el don de profecía, continuamente dirigía la atención de sus oyentes a los mensajes de los profetas y apóstoles de la antigüedad. Esta fue su costumbre durante toda su vida. EGWE 272.4

Después de relatar sus primeras experiencias y muchas de sus primeras visiones en el primer libro de apenas 64 páginas, añadió el siguiente consejo: EGWE 273.1

“Recomiendo al amable lector la Palabra de Dios como regla de fe y práctica. Por esa Palabra hemos de ser juzgados. En ella Dios ha prometido dar visiones en los ‘postreros días’; no para tener una nueva norma de fe, sino para consolar a su pueblo, y para corregir a los que se apartan de la verdad bíblica. Así obró Dios con Pedro cuando estaba por enviarlo a predicar a los gentiles”.—Early Writings, 78. EGWE 273.2