Elena G. de White en Europa

151/217

La tercera visita a los valles piamonteses

El miércoles 3 de noviembre, Elena G. de White y el amtrimonio Ings partieron de Valence. Viajaron en tercera clase con treinta y tres italianos que regresaban de Estados Unidos a Italia. EGWE 267.3

¿Por qué razón viajaba en tercera clase la Sra. de White? Sencillamente, para ahorrar dinero, como lo han hecho otros misioneros cristianos. ¡Treinta y seis francos menos, para ser exactos! Le había dejado nueve dólares a D. T. Bourdeau, quien andaba escaso de fondos. Además, había tenido que pagar el pasaje a Basilea de su joven converso, el relojero Abel Bieder, quien iba a trabajar con los pastores Conradi y Erzberger en las reuniones de evangelización en idioma alemán. EGWE 267.4

En Modane, el grupo pudo trasladarse a segunda clase, y al anochecer llegaron sanos y salvos a Turín, donde pernoctaron. A la mañana siguiente siguieron viaje a Torre Pellice en su tercera y última visita a los valles del Piamonte. EGWE 267.5

A. C. Bourdeau le entregó a la Sra. de White un paquete de cartas enviadas desde Basilea. Una era de especial interés para ella. Le escribió a Guillermo contándole que la última carta que había abierto “contenía las importantes noticias del nacimiento de tu segunda hija... Tendré mucho gusto en darle la bienvenida a la pequeña”.—Carta 110, 1886. EGWE 268.1

Guillermo C. White estaba naturalmente orgulloso de la recién llegada y escribió a su hermano Edson lo siguiente: “El lunes 1 de noviembre por la mañana temprano, María me regaló una niñita... La llamamos Mabel y promete ser tan buena como otros niños suizos” (carta de G. C. White, 10 de noviembre de 1886). En otra carta declara que su nueva hijita es “gorda, linda (por supuesto) y posee una disposición muy amigable... Ella dice que ya puedo regalar las muñecas, porque ésta es mejor”* (Carta de G. C. White a C. H. Jones, 10 de noviembre de 1886). EGWE 268.2

La misma noche que la Sra. de White llegó a Torre Pellice, presenció un inusitado acontecimiento: Una sorprendente lluvia de estrellas. Ella tenía apenas cinco años cuando las “estrellas cayeron” el 13 de noviembre de 1833, y probablemente durmió todo el tiempo mientras se produjo el suceso.(**) En cambio, no se perdió el espectáculo de esta otra lluvia de estrellas que cayó también en noviembre. EGWE 268.3

“Ahí estaba yo, contemplando una escena que jamás esperé ver: Un cielo estrellado que ardía con las estrellas fugaces que iban dejando, al caer, una estela de luz en su paso por los cielos, y luego desaparecían. A pesar de que se entrecruzaban en todas direcciones, no podíamos dejar de mirar cada uno de esos brillantes surcos de luz. Embargados por emociones indescriptibles, contemplamos durante varias horas estos meteoros fugaces y relampagueantes. Miré los Alpes cubiertos de nieve, sobre los cuales parecían caer directamente las deslumbrantes luces... ¿Qué significaba esto? EGWE 268.4

“Cuando regresamos a medianoche, estas mismas escenas continuaban. De los centenares de estrellas que atravesaban volando los cielos no dejamos de ver ni una sola. No se perdió ni el más mínimo resplandor de esa hueste estrellada. Las noches subsiguientes no se repitió la escena. La hueste de Dios todavía sigue brillando en el firmamento celestial”.—Manuscrito 73, 1886. EGWE 269.1

La única lección que extrajo de este espectáculo la sierva del Señor fue la inalterable certeza de que detrás de los centenares de meteoritos que resplandecieron fugazmente con deslumbrante luz y luego desaparecieron, se hallan las estrellas y las constelaciones, siempre inmutables... Pero había otra lección esa noche en las estrellas, una que tuvo al menos cierta importancia para los acuciantes problemas que todavía acosaban la obra en el norte de Italia. EGWE 269.2

O. Concorda, el ex adventista que se había unido con Miles Grant para atacar la iglesia durante la visita anterior de Elena G. de White, había regresado con las “quemantes noticias” de que iba a dar a conocer la historia de los adventistas desde sus comienzos, para desacreditarlos. Carta 110, 1886. La perspectiva era desanimadora, como lo admitió la Sra. de White cuando escribió: “La gente no es capaz de distinguir entre el sonido de una flauta y el de un arpa. Opinan que una persona habla bien y también les gusta como habla otra que tiene ideas completamente opuestas acerca de la fe”.—Ibid. EGWE 269.3

De acuerdo con la actitud que había asumido la vez anterior, ella no respondió a los ataques, sino que prosiguió silenciosamente su obra. Pero las “quemantes noticias” de Concorda fueron como los meteoritos que relampaguearon brillantemente por un momento y pronto se quemaron, mientras que las estrellas inmutables de la verdad presente siguieron animando a los creyentes con su preciosa luz. EGWE 270.1

Los diarios y las cartas que la Sra. de White escribió acerca de esta última visita a Italia son inusitadamente breves, pero sabemos que permaneció allí dos semanas. El 20 de noviembre la hallamos nuevamente en Suiza, visitando las iglesias de Lausana y Bienne. El miércoles 24 regresó a su casa en Basilea. Dos días más tarde celebró su 59 cumpleaños. EGWE 270.2