Elena G. de White en Europa
El joven relojero
Elena G. de White era una verdadera ganadora de almas. Constantemente trabajaba en favor de los demás. Además de predicar todos los días en Nimes estaba alerta para aprovechar todas las oportunidades posibles de compartir su testimonio cristiano. EGWE 263.1
Un joven relojero llamado Abel Bieder, atrajo especialmente su interés, porque lo había visto en visión y conocía su problema. Abel había sido miembro de una iglesia adventista Suiza. Con respecto a él, la Sra. de White escribió lo siguiente: EGWE 263.2
“Había un joven que se había desanimado por las tentaciones de Satanás y por algunos errores de nuestros hermanos que no sabían tratar con las mentes juveniles. Abandonó el sábado y comenzó a trabajar en un establecimiento manufacturero para perfeccionarse en su oficio de relojero. Era un joven muy promisorio. Mi reloj necesitaba una reparación, lo cual nos puso en contacto. Fui presentada a él, y tan pronto como miré su rostro, me di cuenta de que era la persona a quien el Señor me había mostrado en visión. Todas las circunstancias se presentaron nítidamente ante mí... EGWE 263.3
“Asistía a la reunión cuando pensaba que yo iba a hablar y se sentaba con sus ojos fijos en mí durante todo el discurso que era traducido al francés por el Hno. Bourdeau. Sentí el deber de trabajar por este joven. Hablé dos horas con él, y le presenté con instancia el peligro de su situación. Le dije que el hecho de que sus hermanos habían cometido un error no era razón para que él entristeciera el corazón de Cristo, que lo había amado tanto, que había muerto para redimirlo... EGWE 263.4
“Le dije que conocía la historia de su vida y sus errores (que eran los sencillos errores de la indiscreción juvenil), los cuales no eran de un carácter que debieran haber sido tratados con tan grande severidad. Le rogué entonces con lágrimas que cambiara el rumbo de su vida, que dejara el servicio de Satanás y el pecado, pues había llegado a ser un completo apóstata, que regresara como el hijo pródigo a la casa de su Padre, al servicio de su Padre. Estaba en un buen negocio aprendiendo su oficio. Si guardaba el sábado perdía su puesto... Unos pocos meses más tarde finalizaría su aprendizaje y entonces podría tener un buen oficio. Pero lo insté a que hiciera una decisión inmediata. EGWE 264.1
“Oramos con él muy fervientemente, y le dije que no me atrevía a que él cruzara el umbral de la puerta hasta que, ante Dios, los ángeles y las personas presentes, dijera: ‘Desde este día seré cristiano’. ¡Cómo se regocijó mi corazón cuando él lo dijo! No durmió aquella noche. Dijo que tan pronto como hizo la promesa, le parecía haber tomado una nueva dirección. Sus pensamientos parecían purificados, sus propósitos cambiados y la responsabilidad que había asumido parecía tan solemne que no podía dormir. El próximo día notificó a su empleador que no podía trabajar más para él. Durmió poco durante tres noches. Estaba feliz, muy agradecido de que el Señor le hubiera dado evidencias de su perdón y su amor”.—Carta 59, 1886. EGWE 264.2
El domingo 31 de octubre, la Hna. White volvió a predicar. El salón estaba repleto de oyentes ansiosos por oír su mensaje. Mientras estuvo en Francia se esforzó constantemente por predicar sermones evangelizadores y por destacar el Evangelio de Jesucristo y las verdades distintivas dadas por Dios a los adventistas de todo el mundo. El don profético que Dios le había concedido la capacitaba para presentar claramente las doctrinas. EGWE 264.3