Elena G. de White en Europa
¡Listos para partir!
El sábado de mañana, mientras el Cephalonia seguía anclado en el puerto de Boston, el grupo de viajeros recibió la última visita de algunos amigos, el pastor D. A. Robinson y el Hno. Eduardo Stillman, que fueron a despedirlos. La Sra. de White había escrito las últimas cartas. Las entregó a los dos hombres para que las despacharan, y se despidió de ellos. EGWE 29.1
El primer día fue agradable, y ella comenzó a pensar en la tarea que la aguardaba: EGWE 29.2
“Siento que mi corazón se abre en oración ante Dios pidiendo idoneidad para realizar la gran obra que me espera. Me siento animada y si me sobreviniera algún accidente o daño o la muerte, estoy en paz con Dios. Todo está bien... Deseo acercarme más a Jesús durante este viaje de diez días”.—Manuscrito 16a, 1885. EGWE 29.3
El deseo expresado en esta oración resumía el propósito de su vida. Más adelante escribió (y según se puede ver, sus palabras eran el resultado de su propia experiencia): “Es únicamente la obra realizada con mucha oración y santificada por el mérito de Cristo, la que al fin habrá resultado eficaz para el bien”.—El Deseado de Todas las Gentes, 329. EGWE 29.4
Ese domingo por la noche, después de contemplar una bellísima puesta de sol, fue al comedor con sus amigos para asistir a una reunión episcopal. Le pareció que los pasajes de las Escrituras que se leyeron fueron “muy apropiados” y declaró que “los himnos se cantaron con excelente sentimiento”. EGWE 29.5