Elena G. de White en Europa
Problemas en la lejana América
Unos días antes de su partida, la atención de Elena G. de White se concentró en un problema surgido en Norteamérica. En la iglesia de Cristianía la disciplina había sido descuidada, pero, por el contrario, ahora le fue necesario escribir a los dirigentes del colegio de Lancaster del Sur, en Massachusetts, porque allí estaban aplicando una disciplina demasiado estricta. El hermano de Cecilia y Cristina Dahl había viajado desde Noruega para asistir a la sección secundaria de esa institución, pero se vio envuelto en algunas dificultades y fue expulsado del colegio. La Sra. de White sabía que el muchacho tenía una tendencia al mal comportamiento, pero a pesar de ello, escribió al director del colegio lo siguiente: EGWE 234.1
“Soy madre, y he tenido mucho contacto con los niños; por lo tanto, sé que debemos tener continuamente con nosotros el espíritu de Cristo, al mismo tiempo que controlamos nuestro propio espíritu, pues de lo contrario fracasaremos. Los niños son alegres, están llenos de vida y se sienten inclinados a hacer travesuras; y a veces llevan demasiado lejos su amor a la diversión; pero a estas cosas no se las puede considerar un pecado. Si los dirigentes abandonaran un poco su circunspección y su dignidad, y compartieran con los niños sus deportes y diversiones inocentes en los momentos oportunos, tendrían una influencia mucho mayor sobre ellos. Si se sostienen demasiado firmemente las cuerdas, tendrán que soltarse por algún lado”.—Carta 19, 1886. EGWE 234.2
Luego le preguntó: EGWE 234.3
“¿Por qué no escribió alguien a la madre y le notificó lo que había sucedido, antes de enviar el chico a la deriva?... ¿Por qué este chico o cualquier otro, en circunstancias similares, debe ser tratado de esta forma, enviándolo a la deriva en un país extraño? El ancho Océano Atlántico lo separa de su madre y sus hermanas. ¿Les gustaría a ustedes que trataran así a uno de sus hijos?”—Ibid. EGWE 234.4
“Creo que los miembros de iglesia de más edad tienen muy poca simpatía y tolerancia hacia los jóvenes, y que deben aprender muchas lecciones a los pies de Jesús, a fin de ser pacientes con los jóvenes pecadores, así como los viejos pecadores desean que los demás tengan paciencia con ellos”.—Ibid. EGWE 235.1