Elena G. de White en Europa

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¿Sería presunción realizar ese viaje?

Pero no hubo “providencias inconfundibles” que señalaran el camino del Viejo Mundo; el Señor no dio, al menos, ninguna instrucción ni visión. Una misteriosa providencia dejó que la Sra. de White descubriera en su propio interior la respuesta al llamado. En sus notas de viaje que se publicaron en la Review, declaró: EGWE 26.1

“Aunque oré durante meses pidiéndole al Señor que allanara mi camino a tal punto que pudiera estar segura de no cometer errores, con todo tuve que reconocer que el Señor había puesto una niebla delante de mis ojos”.—Ibid. 15 de septiembre de 1885. EGWE 26.2

Cuando llegó el llamado ella tenía 57 años; hacía tres años que había enviudado, estaba agotada por el esfuerzo de escribir el cuarto tomo de El Gran Conflicto, que acababa de publicarse, y había quedado excesivamente debilitada después de un fatigoso programa de reuniones y congresos celebrados durante el verano de 1884. El cansancio mental que la aquejaba casi no le permitía escribir desde hacía varios meses. ¿Sería presunción de su parte el intentar atravesar las llanuras norteamericanas para ir a Europa? Se preguntaba cuál era su deber. ¿Estaba de acuerdo ese viaje con la voluntad de Dios? EGWE 26.3

Su “fe fue severamente probada”. Anhelaba recibir consuelo y orientación humanas, y declaró lo siguiente: EGWE 26.4

“Mi valor había desaparecido, y anhelaba recibir ayuda humana de alguien que estuviera firmemente asido de lo alto, y cuya fe sirviera de estímulo a la mía. Día y noche mis oraciones ascendían al cielo para conocer la voluntad de Dios y aceptarla con perfecta sumisión. Pero mi camino no se aclaraba; no tenía evidencias especiales de que estaba en la senda del deber, o de que mis oraciones hubieran sido oídas”.—Ibid. EGWE 26.5

Hasta el momento de su prematuro deceso en 1881, Jaime White animaba y aconsejaba a su esposa cuando ella tenía que tomar decisiones difíciles. Pero él ya no estaba. Ella había quedado sola, con excepción de sus dos hijos, especialmente Guillermo, cuyos consejos sabios y plenos de comprensión la fortalecían para la obra que tenía por delante. Aproximadamente en esa época, él la visitó en su casa de Healdsburg y le habló palabras de ánimo y fe. EGWE 26.6