A Fin de Conocerle

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La eternidad ante nosotros, 30 de diciembre

Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion. Salmos 84:7. AFC 368.3

Todo el cielo ha estado contemplando con intenso interés a los que pretenden ser el pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Este es el pueblo que debería ser capaz de reclamar para sí las abundantes promesas de Dios; que debería ir de gloria en gloria y de poder en poder; que debería estar en una posición que le permitiera reflejar la gloria de Dios en las obras que realiza... AFC 368.4

Hemos recibido abundantes bendiciones de Dios, pero no debemos detenernos aquí. Debemos captar cada vez más los rayos de la luz divina del cielo. Debemos colocarnos donde podamos recibir la luz y reflejarla, en su gloria, sobre el camino de otros... AFC 368.5

Necesitamos beber cada vez más de la fuente de vida... Debéis dar este testimonio viviente: “Esto es lo que el Señor ha hecho por mi alma”. El Señor está listo para impartir bendiciones aún mayores. Permitió, que toda su bondad pasara delante de Moisés: proclamo su carácter delante de él como un Dios lleno dé misericordia, paciente y bondadoso, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado. Moisés debía representar este carácter delante del pueblo de Israel, y nosotros debemos hacer lo mismo. Debemos ir a proclamar la bondad de Dios y a mostrar claramente cuál es su verdadero carácter. Debemos reflejar su gloria... Manifestemos el carácter de Dios ante los demás como lo hizo Moisés ante Israel, tanto en el espíritu como en la vida. Debemos recibir la luz de su rostro, lleno de compasión y amor, y reflejarla a las almas que perecen. AFC 368.6

Os invito a manteneros en contacto con Dios, a seguir bebiendo de la fuente de agua viva. Podéis ser como árboles plantados junto a ríos de aguas, cuyas hojas no se marchitan. Podéis estar llenos de rocío para refrescar a otros y darles gracia y consuelo. Amo a Jesús ahora y quiero conocerlo cada vez más. Solo he comenzado a conocerlo aquí, pero nos espera una eternidad en la que se nos revelará su gloria, y conoceremos cada vez mejor a nuestro divino Señor.—The Review and Herald, 26 de febrero de 1889. AFC 369.1