A Fin de Conocerle

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Una luz para los jóvenes, 21 de enero

Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Lucas 2:40. AFC 29.1

El ejemplo de Jesús es una luz para los jóvenes, tanto como para los de edad madura, pues fue un representante de la niñez y la juventud. Su ejemplo fue perfecto desde sus más tiernos años. Tanto en su naturaleza física como en la espiritual, siguió la orden divina del crecimiento ilustrada por la planta, así como desea que hagan todos los jóvenes. Aunque era la Majestad del cielo, el Rey de la gloria, se convirtió en un niño en Belén y por un tiempo fue un niño desvalido entregado al cuidado de su madre. En su niñez procedió como un niño obediente. Habló y se comportó con la sabiduría de un niño, y no de un hombre, honrando a sus padres y cumpliendo sus deseos en forma útil, de acuerdo con la capacidad de un niño. Pero fue perfecto en cada etapa de su desarrollo, con la sencilla y natural gracia de una vida sin pecado.—The Youth’s Instructor, 25 de mayo de 1909. AFC 29.2

José, y especialmente María, mantuvieron el recuerdo de la paternidad divina del niño. Jesús fue instruido de acuerdo con el carácter sagrado de su misión. Su inclinación a lo recto era una satisfacción constante para sus padres... AFC 29.3

Los ojos del Hijo de Dios descansaron con frecuencia sobre las lomas y las rocas que había en torno de su hogar. Estaba familiarizado con las cosas de la naturaleza. Veía al sol del cielo, la luna y las estrellas que cumplían su misión. Con cánticos daba la bienvenida a la luz matinal.—The Youth’s Instructor, 8 de septiembre de 1898. AFC 29.4

Siempre que podía, iba solo al campo y a la ladera de las montañas para comulgar con el Dios de la naturaleza. Cuando terminaba su trabajo, iba por la orilla del lago, entre los árboles del bosque, y por los verdes valles donde podía pensar en Dios y elevar su alma al cielo en oración.—The Youth’s Instructor, 5 de diciembre de 1895. AFC 30.1