Conflicto y Valor

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Para todos sin distinción, 18 de agosto

Vendrán príncipes de Egipto; Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios. Salmos 68:31. CV 236.1

Durante todo su ministerio, Isaías testificó claramente acerca del propósito de Dios en favor de los paganos. Otros profetas habían mencionado el plan divino, pero no siempre se había comprendido su lenguaje. A Isaías le tocó presentar claramente a Judá la verdad de que entre el Israel de Dios iban a contarse muchos que no eran descendientes de Abrahán según la carne. Esta enseñanza no armonizaba con la teología de su época; y sin embargo proclamó intrépidamente los mensajes que Dios le daba, e infundió esperanza a muchos corazones que anhelaban las bendiciones espirituales prometidas a la simiente de Abrahán... CV 236.2

Con frecuencia los israelitas parecían no poder o no querer comprender el propósito de Dios en favor de los paganos. Sin embargo, este propósito era lo que había hecho de ellos un pueblo separado, y los había establecido como nación independiente entre los pueblos de la tierra. Abrahán, su padre, a quien se diera por primera vez la promesa del pacto, había sido llamado a salir de su parentela hacia regiones lejanas, para que pudiese comunicar la luz a los paganos. Aunque la promesa que le fuera hecha incluía una posteridad tan numerosa como la arena del mar. no eran motivos egoístas los que iban a impulsarle como fundador de una gran nación... Jehová declaró: “Bendecirte he, y engrandeceré tu nombre... serán benditas en ti todas las familias de la tierra”... CV 236.3

Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta... Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre. La Historia de Profetas y Reyes, 272-274.* CV 236.4