Conflicto y Valor

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El carbón encendido, 16 de agosto

Isaías 6:1-10.

Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Isaías 6:6, 7. CV 234.1

Isaías había denunciado el pecado de otros, pero ahora se ve él mismo expuesto a la misma condenación que había pronunciado sobre otros. Se había sentido satisfecho con las ceremonias frías y sin vida, en su adoración de Dios. No se había dado cuenta de ello hasta que tuvo esa visión del Señor. Cuán pequeños parecían ahora su sabiduría y talentos a medida que miraba la santidad y majestad del santuario. ¡Cuán indigno era! ¡Cuán incompetente para el servicio sagrado!... CV 234.2

La visión dada a Isaías representa la condición de los hijos de Dios en los últimos días. Tienen el privilegio de ver por fe la obra que se está desarrollando en el santuario celestial. “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”. Mientras miran por fe en el lugar santísimo, y ven la obra de Cristo en el santuario celestial, perciben que son un pueblo de labios impuros, un pueblo cuyos labios a menudo han hablado vanidad y cuyos talentos no han sido santificados y empleados para la gloria de Dios. Con razón podrían entregarse al desaliento al comparar su propia debilidad e indignidad con la pureza y hermosura del carácter de Cristo. Pero hay esperanza para ellos si, como Isaías, reciben el sello que el Señor quiere que se imprima sobre el corazón y si humillan su alma delante de Dios. El arco de la promesa está sobre el trono y la obra realizada a favor de Isaías se realizará en ellos. Dios responderá las peticiones provenientes del corazón contrito.—The S.D.A. Bible Commentary 4:1139. CV 234.3

Queremos que el carbón encendido sacado del altar se coloque sobre nuestros labios. Queremos oír las palabras: “Es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.—Ibid. CV 234.4

El carbón encendido es símbolo de purificación. Si toca los labios, ninguna palabra impura saldrá de ellos.—Ibid. 1141.* CV 234.5