Conflicto y Valor

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¿Humildad verdadera o falsa? 15 de agosto

Y el uno daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Isaías 6:3. CV 233.1

Esos seres santos cantaban la alabanza y la gloria a Dios con labios no contaminados por el pecado. El contraste entre la pobre alabanza que [Isaías] había estado acostumbrado a dar al Creador y las fervientes alabanzas de los serafines, sorprendía y humillaba al profeta... CV 233.2

Mientras escuchaba el canto de los ángeles... la gloria, el poder infinito y la majestad insuperable del Señor pasaron ante sus ojos e impresionaron su alma. A la luz de ese resplandor sin igual que manifestó todo lo que el profeta podía soportar en cuanto a revelación del carácter divino, su propia contaminación interior se le presentó con pasmosa claridad. Sus propias palabras le parecían viles. CV 233.3

Así, cuando al siervo de Dios le es permitido contemplar la gloria del Dios del cielo que se revela a la humanidad, y percibe en un grado [aunque sea] mínimo la pureza del Santo de Israel, hará confesiones pasmosas de la contaminación de su alma, más que jactancias orgullosas de su santidad. Con profunda humildad Isaías exclamó: “¡Ay de mí, pues soy perdido! porque soy hombre de labios inmundos”. No se trata aquí de la humildad forzada y del servil reproche de sí mismo cuyo despliegue pareciera que muchos consideran una virtud. Este dudoso remedo de la humildad es impulsado por corazones llenos de orgullo y estima propia. Muchos de los que se desmerecen a sí mismos de palabra, se sentirían decepcionados si ese proceder no suscitara expresiones de alabanza y aprecio de parte de los demás. Pero la convicción del profeta era genuina.—The S.D.A. Bible Commentary 4:1040. CV 233.4

Los serafines que se encuentran delante del trono están tan llenos de temor reverente al contemplar la gloria de Dios, que ni por un instante se miran a sí mismos con complacencia propia, admirándose a sí mismos o el uno al otro. Su alabanza y gloria son para Jehová de los ejércitos... Están plenamente satisfechos al glorificar a Dios, y en su presencia, bajo su sonrisa de aprobación, no tienen ningún otro deseo. Sus mayores ambiciones están plenamente logradas al llevar la imagen de Dios, al estar a su servicio y al adorarlo.—Ibid..* CV 233.5