Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica

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Sección 2—Una escuela para el estudio de la Biblia

Escudriñad las escrituras

Ningún hombre, mujer o joven, podrá lograr la perfección cristiana si descuida el estudio de la Palabra de Dios. Al escudriñar cuidadosa y atentamente su Palabra, obedeceremos la orden de Cristo: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” Este estudio capacita al que lo efectúa a observar atentamente el Modelo divino, pues ellas testifican de Cristo. El Modelo debe ser examinado a menudo y con toda atención a fin de imitarlo. A medida que uno llega a dominar la historia del Redentor, descubre en sí mismo defectos de carácter; su falta de semejanza a Cristo es tan grande que ve que no puede ser un seguidor de él sin efectuar un gran cambio en su vida. Continúa estudiando, con un deseo de ser igual a su gran Ejemplo; capta las miradas, el espíritu de su amado Maestro; observando se transforma. “Puestos los ojos en el autor, y consumador de la fe, en Jesús” ... COES 17.1

La Palabra de Dios, hablada al corazón, tiene un poder vivificante, y los que elaboren una excusa para explicar el descuido en la tarea de familiarizarse con ella, desatenderán lo que Dios espera de ellos en muchos respectos. El carácter se deformará, y las palabras y los hechos serán un baldón para la verdad. El apóstol nos dice: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra.” Uno de los profetas de Dios exclama: “Encendióse fuego en mi meditación.” Si los cristianos escudriñaran fervorosamente las Escrituras, más corazones arderían con las vívidas verdades que en ellas están reveladas. Sus esperanzas resplandecerían con las preciosas promesas esparcidas como perlas a través de todo el contenido de las Sagradas Escrituras. Al contemplar la historia de los patriarcas, los profetas, los hombres que amaron y temieron a Dios y anduvieron con él, los corazones brillarán con el espíritu que animó a aquellos héroes. A medida que la mente se espacie en la virtud y en la piedad de los santos hombres de antaño, el espíritu que los inspiró encenderá la llama del amor y el santo fervor en los corazones de aquellos que quieran ser como ellos en carácter. COES 17.2