Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica

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Estudio acompañado de oración

Debemos ejercer todas las facultades de la mente en el estudio de las Escrituras, y aguzar el entendimiento para comprender, en la medida en que lo pueden hacer los mortales, las cosas profundas de Dios; sin embargo, no debemos olvidar que la docilidad y la sumisión de un niño son el verdadero espíritu del que aprende. Las dificultades que se hallan en las Escrituras nunca pueden ser dominadas por los mismos métodos que se emplean al luchar con problemas filosóficos. No debemos empeñarnos en el estudio de la Biblia con un espíritu de dependencia propia, con el cual tantos entran en los dominios de la ciencia, sino con oración y dependencia de Dios, y con un sincero deseo de conocer su voluntad. Debemos venir con espíritu humilde y susceptible para obtener conocimiento del gran YO SOY. De otra manera, los ángeles malos cegarán de tal modo nuestra mente, endurecerán de tal suerte nuestro corazón, que no seremos impresionados por la verdad. COES 40.1

Más de una porción de las Escrituras que los hombres eruditos consideran un misterio, o pasan por alto sin atribuirle importancia, está llena de consuelo y de instrucción para aquel que ha aprendido en la escuela de Cristo. Una razón por la cual muchos teólogos no tienen una comprensión más clara de la Palabra de Dios, es que cierran sus ojos a las verdades que no desean practicar. La comprensión de la verdad bíblica depende no tanto del poder del intelecto con que se ha abordado la investigación, como de la sinceridad de propósito y del anhelo ferviente de justicia. COES 41.1

Nunca debe estudiarse la Biblia sin oración. Sólo el Espíritu Santo puede hacernos sentir la importancia de aquellas cosas fáciles de comprender, o prevenirnos de torcer verdades difíciles de comprender. Es el oficio de los ángeles celestiales preparar el corazón para entender la Palabra de Dios a fin de que seamos embelesados con su hermosura, amonestados por sus advertencias, o animados y fortalecidos por sus promesas. Debemos hacer nuestra la oración del Salmista: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.” Las tentaciones a menudo parecen irresistibles, porque, debido al descuido de la oración y estudio de la Biblia, la persona tentada no puede recordar rápidamente las promesas de Dios y hacer frente a Satanás con las armas de las Escrituras. Pero aquellos que están dispuestos a ser enseñados en las cosas divinas se hallan rodeados de ángeles; y en tiempo de gran necesidad, éstos traerán a su memoria las mismas verdades que necesiten.—Testimonies on Sabbath-School Work, 121, 122. COES 41.2