Exaltad a Jesús

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Cristo nos delega su poder, 10 de junio

Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte. Lucas 22:31-32. EJ 169.1

Como Príncipe de la vida, [Jesús] tenía poder para con Dios y prevaleció por su pueblo. Este Salvador que oró por los que no sentían la necesidad de orar, y lloró por los que no sentían necesidad de lágrimas, está ahora delante del trono para recibir las peticiones de aquellos por quienes oró en la tierra y presentarlas a su Padre. El ejemplo de Cristo es para que lo sigamos. En nuestro trabajo por la salvación de las almas necesitamos de la oración. Sólo Dios puede aumentar la cosecha de la semilla que sembramos. EJ 169.2

Muchas veces fracasamos porque no nos damos cuenta de que, mediante su Espíritu, Cristo está con nosotros como cuando se movía visiblemente sobre la tierra en los días de su humillación. El tiempo transcurrido desde entonces no ha producido ningún cambio en la promesa de despedida que les hizo a sus discípulos al ser llevado de entre ellos al cielo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20. El ha ordenado que haya una continua sucesión de hombres y mujeres que deriven su autoridad de los primeros maestros de la fe, para que continúen predicando a Cristo y a éste crucificado. El gran Maestro ha delegado poder a sus siervos, quienes “tenemos este tesoro en vasos de barro”. 2 Corintios 4:7. Cristo supervisará la obra de sus embajadores si ellos esperan sus instrucciones y dirección... EJ 169.3

Con un fervor y una fe que no se podrán esconder, le suplicarán a Dios que les dé fortaleza para trabajar y soportar las pruebas, y que sus labios sean santificados por el contacto con el carbón encendido del altar, para hablar las palabras de Dios al pueblo. “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios”. Isaías 50:4. EJ 169.4

Cristo le dijo a Pedro: “Simón. Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte”. ¿Quién puede estimar los resultados de las oraciones del Redentor del mundo? Cuando Cristo vea el trabajo de su alma y quede satisfecho, entonces se podrá ver y comprender el valor de sus fervientes oraciones mientras su divinidad estaba velada por la humanidad. EJ 169.5

Jesús suplicó no sólo por uno, sino por todos sus discípulos: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo”. Juan 17:24. Su ojo penetró el oscuro velo del futuro y leyó la historia de la vida de cada hijo e hija de Adán. Sintió las cargas y las tristezas de cada alma sacudida por la tormenta, y aquella ferviente oración incluyó, junto con los discípulos que vivían entonces, a todos sus seguidores hasta el fin del tiempo... Esa oración nos abarca también a nosotros... Cuando falla todo el apoyo humano, entonces Jesús acude en auxilio nuestro, y su presencia disipa las tinieblas y levanta la nube de desaliento.—Testimonies for the Church 4:528-530. EJ 169.6