Hijas de Dios

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Capítulo 8—“El obrero es digno de su salario”

Señor, ¿Cómo puedo servirte mejor y glorificar tu nombre en la tierra? ¿Cómo puedo conducir mi vida de tal manera que pueda llevar a otros a amarte, servirte y honrarte? Que mi único deseo y elección sea tu voluntad. Que las palabras y el ejemplo de mi Redentor sean la luz y la fuerza de mi corazón. Mientras lo siga y confíe en él, no me abandonará para perecer. Él será mi gozo y mi corona.—The Review and Herald, 10 de agosto de 1886.

Dios ha resuelto este asunto—Si las mujeres hacen el trabajo que no es el más agradable para muchos de los que trabajan en palabra y doctrina, y si su obra testifica que están llevando a cabo un trabajo que ha sido manifiestamente descuidado, ¿no debería esa obra considerarse tan rica en resultados como la obra de los ministros ordenados? ¿No debiera eso determinar que se empleara a esa obrera? [...]. HD 103.1

Este asunto no deben resolverlo los hombres. El Señor ya lo ha resuelto. Debéis cumplir vuestro deber con las mujeres que trabajan en el evangelio, cuya obra testifique que son indispensables para llevar la verdad a las familias. Su obra es justamente lo que debe hacerse y debiera estimularse. En muchos sentidos una mujer puede impartir a sus hermanos un conocimiento que los hombres no pueden darles. La causa sufriría una gran pérdida sin esa clase de trabajo realizado por las mujeres. Una vez tras otra el Señor me ha mostrado que las maestras son tan necesarias como los hombres para la obra que Dios les ha asignado.—El Evangelismo, 360 (1903). HD 103.2

Las mujeres deben recibir pago por su trabajo—Hay esposas de ministros, como las hermanas Starr, Haskell, Wilson y Robinson, que han sido obreras dedicadas y fervientes. Han dado estudios bíblicos y han orado con las familias, y han sido tan exitosas en su trabajo personal como sus esposos. Estas mujeres dedican todo su tiempo, y sin embargo se les ha dicho que no recibirán nada porque sus esposos ya reciben un sueldo. Les he dicho que sigan adelante, que estas decisiones han de ser revisadas. La Palabra dice: “El obrero es digno de su salario”. Lucas 10:7. Cuando se tomen tales decisiones, voy a protestar en el nombre del Señor. Y voy a considerar mi deber crear un fondo con el dinero de mi diezmo para pagar a estas mujeres que están cumpliendo una labor tan esencial como la de los ministros. Este diezmo será utilizado para la misma línea de trabajo que realizan los pastores: ganar almas. HD 104.1

Sé que estas fieles obreras debieran recibir un sueldo en proporción al que reciben los ministros. También ellas tienen una carga por las almas, y no debieran ser tratadas injustamente. Estas hermanas brindan su tiempo para educar a los nuevos creyentes en la fe, y tienen que pagar a las personas que trabajan para ellas. Todas estas cosas han de hacerse con justicia y en el debido orden. Los lectores de pruebas reciben su salario en la casa editora; los que hacen labores domésticas reciben su paga de dos y tres dólares a la semana. Yo misma y otros tenemos que pagar por esas labores. Sin embargo, las esposas de los ministros, que cargan con una tremenda responsabilidad y dedican todo su tiempo, no reciben nada por su labor.—Manuscript Releases 12:160 (1898). HD 104.2