Hijas de Dios

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Cristo, el modelo perfecto para el verdadero ministerio

Domingo 15 de marzo de 1891. Esta mañana asistí a la reunión de obreros ministeriales. La bendición del Señor descansó sobre mí y hablé con demostración del Espíritu y de poder. Hay algunos que están recorriendo un gran círculo; pero el ministerio que el Señor nos ha dado es presentar a Cristo al mundo. Predicar simplemente la Palabra no es cumplir el ministerio. El Señor desea que sus siervos ocupen un lugar digno de la más alta consideración. En la mente de Dios, este ministerio en el que están involucrados hombres y mujeres, ya existía antes de la creación del mundo. Dios ya había determinado que sus ministros tuviesen una perfecta ejemplificación de él y de sus propósitos. Ningún ser humano podía cumplir esta tarea; por eso Dios envió a Cristo en su humanidad, para mostrar lo que la humanidad puede llegar a ser mediante la obediencia completa a su voluntad. El carácter de Dios fue revelado mediante la vida de su Hijo. Y Cristo no solo mostró en teoría lo que significa un genuino ministerio, sino que en su humanidad nos dejó una ilustración de la clase de ministerio que Dios aprueba. La perfección es la señal distintiva en cada faceta de un verdadero ministerio. Cristo, el Hijo de Dios, no vivió para sí mismo, sino para Dios.—Manuscript Releases 18:380 (1891). HD 97.1

Los cristianos son la mano ayudadora de Dios—Las promesas de Dios para los obedientes son “buenas nuevas de gran gozo”. Alegran el alma humilde y contrita. La vida del verdadero cristiano brilla con los rayos del Sol de justicia. Si los hombres y las mujeres actuaran como la mano ayudadora de Dios, realizando actos de amor y bondad, levantando a los oprimidos y rescatando a aquellos que están por perecer, la gloria de Dios será su recompensa [...]. Llamarían, y el Señor respondería, “Heme aquí”. Se acercarían a Aquel que ha prometido: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20.—Manuscript Releases 16:73-74 (1901). HD 98.1

Damas que consagren su tiempo en el servicio a Dios—Aquellas damas que tienen voluntad de consagrar algo de su tiempo para el servicio a Dios debieran ser encargadas para visitar a los enfermos, atender a los jóvenes y ministrar a los pobres. Debieran ser separadas para esta tarea por la oración y la imposición de manos.* En algunos casos necesitarán el consejo de los dirigentes de la iglesia o del pastor. Pero si son mujeres consagradas que mantienen una comunión vital con Dios, serán un poder para el bien en la iglesia. Este es otro medio para fortalecer y hacer crecer la iglesia. Necesitamos agregar nuevos métodos de labor. Ningún alma debiera ser desanimada; ninguna mano atada; ninguna voz silenciada. Permitamos que cada labor personal, hecha en privado o en público, ayude a hacer avanzar esta gran obra. Coloquemos cargas sobre los hombres y mujeres de la iglesia, para que al ejercitarse, puedan crecer y llegar a ser agentes efectivos en las manos de Dios para iluminar a los que están en tinieblas.—The Review and Herald, 9 de julio de 1895. HD 98.2

No es la elocuencia lo que hace la obra aceptable—Dios quiere que los obreros lleven la verdad a todas las clases sociales: altas y bajas, ricas y pobres. Y en esta obra, la mujer puede tener una parte importante. Dios permita que los que leen estas palabras puedan hacer un esfuerzo ferviente para abrir las puertas a mujeres consagradas para que puedan entrar en este campo de acción. Aquellas que durante su vida no han entrado en contacto con las clases elevadas, no piensen que será imposible hacerlo. No es la elocuencia lo que hace la obra aceptable. Dios trabaja a través del corazón humano contrito. Los que se sienten suficientes y dignos no podrán alcanzar ni ayudar al alma necesitada.—Manuscript Releases 5:162 (1898). HD 99.1