Hijas de Dios

18/132

Elisabet, madre de Juan el Bautista

Este capítulo está basado en Lucas 1.

“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verlo, y lo sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: “Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” [...]. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”. Vers. 5-17, 80. HD 45.1

Un ángel del cielo vino para instruir a Zacarías y Elisabet acerca de cómo educar y formar a su hijo, a fin de actuar en armonía con Dios para preparar un mensajero que anunciase la venida de Cristo. Como padres, debían cooperar fielmente con Dios para desarrollar tal carácter en Juan, que lo capacitara para ser un obrero competente en la parte que Dios le había asignado. Juan era el hijo de la vejez, el niño del milagro, y los padres podrían haber razonado que el Señor tenía una obra especial para él, y que Dios mismo se encargaría de prepararlo. Pero los padres no razonaron de esa manera. Se trasladaron a un lugar en la campiña donde su hijo no estuviera expuesto a las tentaciones de la vida en la ciudad, ni fuera inducido a separarse del consejo y la instrucción que sus padres le darían. Hicieron su parte en desarrollar en el niño un carácter que pudiese cumplir con el propósito que Dios le había asignado. No descuidaron aspecto alguno que pudiera evitar que su hijo llegara a ser bueno y sabio, “para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz”. Vers. 79. Ellos cumplieron con su sagrada responsabilidad.—The Signs of the Times, 16 de abril de 1896. HD 46.1