Hijos e Hijas de Dios

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Las trampas de los pecadores, 6 de junio

Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Porque sus pies corren hacia el mal, y van presurosos a derramar sangre. Proverbios 1:10, 16. HHD 166.1

No es conveniente que los profesos seguidores de Cristo se relacionen con los descuidados y los atolondrados; porque es un asunto fácil llegar a ver las cosas como ellos las ven, y perder todo sentido de lo que significa ser un seguidor de Jesús. Guardaos en este aspecto en particular, no seáis influenciados y arrastrados por los que es fácil reconocer por sus palabras y actos que no están en relación con Dios.—The Youth’s Instructor, 5 de julio de 1894. HHD 166.2

Oíd la voz de Dios: “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas”. Los que están dominados por el Espíritu de Dios deben conservar despiertas sus facultades de percepción; porque ha llegado el tiempo en que será probada su integridad y la lealtad a Dios y al prójimo. No cometáis la más mínima injusticia a fin de obtener ventaja para vosotros mismos. Haced a los demás, en los asuntos pequeños y grandes, como quisierais que los otros os hicieran. Dios dice: “Sois mis testigos”. Debéis obrar en mi lugar. Si pudiera correrse la cortina, veríais el universo celestial contemplando con intenso interés a todo el que es tentado. Si no os rendís ante el enemigo, hay gozo en el cielo. Cuando se oye la primera sugerencia para hacer el mal, elevad una oración al cielo y resistid firmemente la tentación de transigir con los principios condenados en la Palabra de Dios. La primera vez que venga la tentación, hacedle frente con tal decisión, que nunca más se repita. Apartaos del que se ha aventurado a sugeriros malas acciones. Apartaos resueltamente del tentador diciéndole: “Debo separarme de tu influencia; porque sé que no estás caminando en los senderos de nuestro Señor”.—The Review and Herald, 9 de mayo de 1899. HHD 166.3