Hijos e Hijas de Dios

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Comulgamos con él, 31 de mayo

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 1 Corintios 11:25. HHD 160.1

Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas... Mientras comía la Pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos... Hasta que él venga por segunda vez con poder y gloria, ha de celebrarse este rito.—El Deseado de Todas las Gentes, 608. HHD 160.2

Pero el servicio de la comunión no había de ser una ocasión de tristeza. Tal no era el propósito... No han de recordar las divergencias existentes entre ellos y sus hermanos. El rito preparatorio ha abarcado todo esto... Ahora han venido para encontrarse con Cristo. No han de permanecer en la sombra de la cruz, sino en su luz salvadora. Han de abrir el alma a los brillantes rayos del Sol de justicia. Con corazones purificados por la preciosísima sangre de Cristo, en plena conciencia de su presencia, aunque invisible, han de oír sus palabras: “La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy”... HHD 160.3

El rito de la comunión señala la segunda venida de Cristo. Estaba destinado a mantener esta esperanza vívida en la mente de los discípulos... En su tribulación, hallaban consuelo en la esperanza del regreso de su Señor. Les era indeciblemente precioso el pensamiento: “Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga”.—Ibid. 613, 614. HHD 160.4