Hijos e Hijas de Dios

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Humildes como él, 30 de mayo

Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:14, 15. HHD 159.1

Cuando los discípulos entraron en el aposento alto, sus corazones estaban llenos de resentimiento. Judas se mantenía al lado de Cristo, a la izquierda; Juan estaba a la derecha. Si había un puesto más alto que los otros, Judas estaba resuelto a obtenerlo, y se pensaba que este puesto era al lado de Cristo... HHD 159.2

Se había levantado otra causa de disensión. Era costumbre, en ocasión de una fiesta, que un criado lavase los pies de los huéspedes... La jarra, el lebrillo y la toalla estaban allí, listos para el lavamiento de los pies; pero no había siervo presente, y les tocaba a los discípulos cumplirlo... Jesús aguardó un rato para ver lo que iban a hacer. Luego, él, el Maestro divino, se levantó de la mesa. Poniendo a un lado el manto exterior que habría impedido sus movimientos, tomó una toalla, y se ciñó... “Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido”... Así expresó Cristo su amor por sus discípulos. El espíritu egoísta de ellos le llenó de tristeza, pero no entró en controversia con ellos acerca de la dificultad. En vez de eso, les dio un ejemplo que nunca olvidarían.—El Deseado de Todas las Gentes, 600, 601. HHD 159.3

La celebración de estos ritos es el cumplimiento del mandato: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros”... Qué oportunidad es ésta para aventar las controversias, y perdonar a los que nos han injuriado. Este es el momento, si alguien tiene algo contra su hermano, para arreglar, para solucionar toda dificultad. Que haya perdón mutuo. Que no arda en el altar fuego extraño.—Manuscrito 19, 1902. HHD 159.4