Hijos e Hijas de Dios

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Hijos y herederos, 9 de enero

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Romanos 8:17. HHD 17.1

Todos los que hacen un pacto con Jesucristo se convierten por adopción en hijos de Dios. Son purificados por el poder regenerador de la Palabra, y se comisiona a los ángeles para que les sirvan. Son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se comprometen a ser miembros activos de su iglesia en la tierra. Deben morir a todas las tendencias y los deseos mundanos; en lugar de ello, deben ejercer, gracias a la santificación del Espíritu, una influencia viviente en favor de Dios, tanto en su comportamiento como en su piedad. HHD 17.2

“Herederos de Dios, y coherederos con Cristo”, ¡qué puesto exaltado y digno! ¡Separados y distintos del mundo, protegidos de las malignas trampas de Satanás! en sus votos bautismales los profesos seguidores de Dios se han comprometido a mantenerse en oposición contra el mal. El enemigo empleará toda clase de astucias para corromper su mente. Tratará de introducir sus métodos en su servicio para el Maestro. Pero habrá seguridad para ellos si escuchan la advertencia: “Confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.—Manuscrito 57, 1907. HHD 17.3

El hombre recibe honra al hacérselo copartícipe de la sociedad de Dios; al aceptárselo como obrero en los grandes centros que él ha fundado... Por su condición, el Señor nuestro Redentor es heredero de Dios, y todos aquellos que son colaboradores con él en la obra de salvar almas, son coherederos con él... Ser vencedor equivale a encontrarse en las filas de aquellos que tienen un sobremanera grande y eterno peso de gloria.—Carta 49, 1896. HHD 17.4