Hijos e Hijas de Dios

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De pecadores a santos, 15 de abril

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18. HHD 114.1

Dios está revestido de poder; es capaz de tomar a los que están muertos en delitos y pecados, y por la operación del Espíritu que levantó a Cristo de los muertos, transformar el carácter humano, devolviendo al alma la imagen perdida de Dios. Los que creen en Jesucristo son mudados de instrumentos rebeldes a la ley de Dios en siervos obedientes y súbditos de su reino. Nacen de nuevo, regenerados, santificados por la verdad.—The Youth’s Instructor, 7 de febrero de 1895. HHD 114.2

El mundo debe ver a Dios en sus seguidores. La vida y la inmortalidad resplandecen por medio de aquellos que son uno con Dios y Cristo. Es nuestro privilegio tener el espíritu de luz y conocimiento de la sabiduría del cielo. Todos los que poseen este espíritu, no importa en qué puesto estén colocados, ya sea elevado o bajo, revelarán en su obra el poder de esta luz y este conocimiento. HHD 114.3

Constantemente contemplamos al que vivió entre los hombres una vida de perfecta obediencia. Mientras más de cerca lo contemplemos, más nos pareceremos a él en carácter, y más eficientes seremos en nuestra obra en favor de los demás. Seremos elevados muy por encima de las perplejidades y las pruebas de esta vida. Tenemos sólo un poco de tiempo para prepararnos para la eternidad... El yo ha de esconderse. Sólo Cristo ha de aparecer, lleno de gracia y de verdad... HHD 114.4

El cielo debe comenzar en esta tierra. Cuando el pueblo de Dios esté lleno de mansedumbre y ternura, comprenderá que su bandera sobre él es amor, y su fruto será dulce al paladar. Hará aquí un cielo en el cual se preparará para el cielo de arriba.—Manuscrito 99, 1902. HHD 114.5