Hijos e Hijas de Dios

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Goza de paz, 7 de abril

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:7. HHD 106.1

Cuando recibimos a Cristo como huésped permanente en el alma, la paz de Dios que sobrepuja a todo entendimiento guardará nuestro espíritu y nuestro corazón por medio de Cristo Jesús. La vida terrenal del Salvador, aunque transcurrió en medio de conflictos, era una vida de paz. Aun cuando lo acosaban constantemente enemigos airados, dijo: “El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Ninguna tempestad de la ira humana o satánica podía perturbar la calma de esta comunión perfecta con Dios. Y él nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy”. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso”. Llevad conmigo el yugo de servicio para gloria de Dios y elevación de la humanidad, y veréis que es fácil el yugo y ligera la carga... HHD 106.2

La felicidad derivada de fuentes mundanales es tan mudable como la pueden hacerlas cincunstancias variables; pero la paz de Cristo es constante, permanente. No depende de las circunstancias de la vida, ni de la cantidad de bienes materiales ni del número de amigos que se tenga en esta tierra. Cristo es la fuente de agua viva, y la felicidad que proviene de él no puede agotarse jamás.—El discurso maestro de Jesucristo, 18, 19. HHD 106.3

La vida de cada hombre testifica acerca de la verdad de las palabras de la Escritura: “Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta... No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos”... Pero el que calmó las olas de Galilea, ha pronunciado la palabra que puede impartir paz a cada alma... Su gracia... calma las contiendas de las pasiones humanas.—El Deseado de Todas las Gentes, 303. HHD 106.4