Hijos e Hijas de Dios

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Lázaro resucitado, 26 de marzo

Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Juan 11:4. HHD 94.1

El hecho de que Cristo se haya demorado dos días después de oír que Lázaro estaba enfermo, no era un descuido de su parte... Esto debiera darnos ánimo... Debiéramos descansar en el Señor y esperar pacientemente en él. Puede ser que la respuesta a nuestras oraciones no venga tan rápidamente como lo deseamos, y que no sea lo que habíamos pedido; pero él sabe lo que es para el máximo bien de sus hijos, derramará una mayor bendición que la que hemos pedido, si no somos infieles ni nos desanimamos.—The Youth’s Instructor, 6 de abril de 1899. HHD 94.2

Cristo no tenía solamente que pensar en los amados de Betania; tenía que tomar en cuenta la preparación de sus discípulos. Habían de ser sus representantes en el mundo, para que las bendiciones del Padre abarcaran a todos. Por causa de ellos permitió que Lázaro muriera. Si lo hubiera restaurado de la enfermedad a la salud, el milagro que es la evidencia más positiva de su carácter divino no hubiera sido realizado. HHD 94.3

Si Cristo hubiera estado en la pieza del enfermo, Lázaro no habría muerto; porque Satanás no hubiera tenido poder sobre él. En presencia del Dador de la vida, la muerte no hubiera lanzado su dardo contra Lázaro... Cristo permitió que Lázaro pasara al dominio de la muerte, y las doloridas hermanas vieron cómo su hermano yacía en la tumba. Cristo sabía que al contemplar el rostro de su querido hermano, su fe en el Redentor sería duramente probada. De este modo estaba podando las ramas, para que dieran más fruto. Sabía que debido a la lucha por la cual estaban pasando, su fe resplandecería con un mayor poder.—The Youth’s Instructor, 13 de abril de 1899. HHD 94.4