Hijos e Hijas de Dios

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Los amamos más que al oro, 17 de febrero

Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro. Salmos 119:127. HHD 56.1

En estos días de peligro, ¿manifestaremos menos devoción a la verdad de Dios y menos ferviente lealtad a su ley que en años pasados? Las mismas circunstancias que Cristo declaró que existirían antes de su segunda venida en poder y gloria, se ven ahora. La impiedad prevaleciente tiende a paralizar y aun a destruir la verdadera piedad. Pero ésta es precisamente la época cuando el oro de la integridad cristiana resplandecerá con brillo mayor, en contraste con la escoria de la hipocresía y la corrupción. Ahora es el momento en que los elegidos de Cristo deben manifestar su devoción y su servicio; el momento en que todos sus seguidores deben dar su testimonio más noble en favor de su Maestro, manteniéndose firmes contra la corriente del mal que prevalece. HHD 56.2

Al ver los resultados que han seguido al desprecio de la ley de Dios: deshonestidad, latrocinio, licencia, embriaguez y crimen, podemos decir con el salmista: “He amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro”. Cuando se deja de lado la ley divina, la mayor miseria viene como resultado, tanto para las familias como para la sociedad. La única esperanza de mejoramiento consiste en que se nos encuentre adhiriéndonos fielmente a los preceptos de Jehová. La Francia infiel demostró una vez lo que sucede al rechazar la autoridad de Dios. ¡Qué escenas de horror siguieron! Los hombres dejaron de lado la ley divina como un yugo de servidumbre, y en su jactanciosa libertad se pusieron a sí mismos bajo el gobierno del verdadero tirano. La anarquía y el derramamiento de sangre dominaron durante esa terrible época. Quedó entonces demostrado ante el mundo que la forma más segura de minar los fundamentos del orden y el gobierno, consiste en anular la ley de Dios.—The Signs of the Times, 15 de diciembre de 1881. HHD 56.3