Hijos e Hijas de Dios

364/374

Presentados ante el padre, 28 de diciembre

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. Apocalipsis 3:5. HHD 371.1

La expresión “el que venciere”, revela que hay algo que cada uno de nosotros debe vencer. El vencedor será cubierto con el manto blanco de la justicia de Cristo, y se dice de él: “Y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. ¡Oh, qué privilegio ser vencedores, y que nuestros nombres sean presentados ante el Padre por el mismo Salvador!—The Review and Herald, 9 de julio de 1908. HHD 371.2

¡Qué preciosa seguridad está contenida en esta promesa! ¿Qué mayor aliciente podría presentársenos para llegar a ser hijos e hijas de Dios? ¿Quién se colocará toda la armadura? ¿Quién se alistará bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emmanuel?... A todo hijo de Dios que está luchando y sufriendo tentaciones puede llegar la iluminación divina a fin de que no necesite caer en la contienda contra las potestades de las tinieblas, sino que en cada batalla sea vencedor.—The Youth’s Instructor, 6 de septiembre de 1894. HHD 371.3

Se pone sobre los tentados, probados, pero fieles hijos de Dios, el manto sin mancha de la justicia de Cristo... Sus nombres permanecen en el libro de la vida del Cordero, registrados entre los fieles de todos los siglos. Han resistido los lazos del engañador; no han sido apartados de su lealtad por el rugido del dragón. Ahora están eternamente seguros de los designios del tentador... Y ese residuo no sólo es perdonado y aceptado, sino honrado. Una “mitra limpia” es puesta sobre su cabeza. Han de ser reyes y sacerdotes para Dios. Mientras Satanás estaba insistiendo en sus acusaciones y tratando de destruir esta hueste, los ángeles santos, invisibles, iban de un lado a otro poniendo sobre ellos el sello del Dios viviente. Ellos han de estar sobre el monte de Sion con el Cordero, teniendo el nombre del Padre escrito en sus frentes.—Joyas de los Testimonios 3:178, 179. HHD 371.4