Hijos e Hijas de Dios

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Crecemos en Cristo, 20 de noviembre

Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina,... sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. Efesios 4:14, 15. HHD 333.1

No pueden debilitar su propia influencia y mantenerse firmes, más que si debilitaran la de los demás.—Carta 16, 1886. HHD 333.2

Permita que su confianza en sus hermanos aumente constantemente, porque cuando piensan el mal, hablan el mal. De ese modo se hacen daño y se debilitan, cuando deberían estar fuertes en Dios y en el poder de su fortaleza.—Carta 182, 1901. HHD 333.3

No es privilegio nuestro juzgar las acciones de los demás o criticar sus fracasos. Dios no nos ha hecho los portadores de los pecados de los otros. Es con nosotros mismos con quienes tenemos que ver. Mientras más perfecta sea la obra del arrepentimiento y la reforma en nuestra vida, menos veremos para criticar en los demás. Obramos mal cuando nos medimos con los defectos que vemos en los otros. Dios no obra en esa forma. El comprende las circunstancias de cada vida, y juzga al ser humano por las ventajas que ha tenido cada uno para perfeccionar un carácter cristiano. Toma en cuenta las oportunidades que el instrumento humano ha tenido para obtener un conocimiento de Dios y su verdad. El que tiene verdadera estima por la ley de Dios, no comparará su carácter con el de los demás. Juzgará su vida por la santa ley de Dios... HHD 333.4

En nuestro propio beneficio Dios nos pide... que hagamos una obra cabal para purificar de pecado el templo del alma. En sus instrucciones para sus discípulos, el Salvador da a conocer cuán completa será la erradicación del mal: “Si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti”.—The Youth’s Instructor, 11 de febrero de 1908. HHD 333.5