Hijos e Hijas de Dios

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Cuidemos el templo de Dios, 3 de noviembre

Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 2 Corintios 6:16. HHD 316.1

Debemos obedecer las leyes de su reino, progresando todo lo que nos sea posible. Debemos cultivar diligentemente las facultades más elevadas de nuestro ser, recordando que somos propiedad de Dios, hechura de Dios. Se nos pide que mejoremos día a día. Aun en este mundo de pecado y dolor podemos, mediante el esfuerzo sincero y perseverante, levantarnos hacia la más alta eficiencia espiritual. “Vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois”. Debemos agradar a Dios en espíritu y en palabra, en cada aspecto de la edificación de nuestros caracteres. Y esto es posible. Enoc agradó a Dios, a pesar de vivir en una época de degeneración. Y en éste nuestro tiempo también hay Enocs. HHD 316.2

La morada humana, el edificio de Dios, su templo, requiere atención íntima y vigilante. Podemos exclamar con David: “Asombrosa y maravillosamente he sido formado”. La hechura de Dios debe preservarse para que pueda revelar al universo y a la raza apóstata que los hombres y las mujeres son templos del Dios viviente. HHD 316.3

La perfección de carácter que requiere Dios es la preparación del ser entero como templo para morada del Espíritu Santo. El Señor demanda el servicio de toda la maquinaria humana. Desea que los hombres y las mujeres sean todo lo que él ha hecho posible que lleguen a ser. No basta usar ciertas partes de la máquina. Todas ellas deben intervenir en la acción, o el servicio será deficiente.—Manuscrito 130, 1899. HHD 316.4