Hijos e Hijas de Dios

253/374

El hogar cristiano, 8 de septiembre

Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Salmos 71:17. HHD 260.1

El genio, las peculiaridades personales, los hábitos que forman el carácter, todo lo que se práctica en el hogar, se revelará en las demás relaciones de la vida. Las inclinaciones que seguimos se transformarán en pensamientos, en palabras, en actos de la misma clase.—Testimonies for the Church 6:174. HHD 260.2

La misión del hogar se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser una lección objetiva, que ponga de relieve la excelencia de los verdaderos principios de la vida. Semejante ejemplo será una fuerza para el bien en el mundo. Mucho más poderosa que cualquier sermón que se pueda predicar es la influencia de un hogar verdadero en el corazón y la vida de los hombres. Al salir de semejante hogar paterno los jóvenes enseñarán las lecciones que en él hayan aprendido. De este modo penetrarán en otros hogares principios más nobles de vida, y una influencia regeneradora obrará en la sociedad.—El Ministerio de Curación, 271, 272. HHD 260.3

El hogar cuyos miembros son cristianos corteses ejerce una influencia abarcante en favor del bien. Otras familias notarán los resultados alcanzados por un hogar tal, seguirán el ejemplo que les da, y a su vez protegerán de las influencias satánicas su propio hogar. Los ángeles de Dios visitarán a menudo el hogar regido por la voluntad de Dios. Bajo el poder de la gracia divina, ese hogar llega a ser un lugar de refrigerio para los peregrinos agobiados. Mediante un cuidado vigilante, se evita el engreimiento, se contraen hábitos correctos y se reconocen atentamente los derechos ajenos. La fe que obra por el amor y purifica el alma empuña el timón y preside sobre toda la familia. Bajo la influencia santificada de un hogar tal, se reconoce y acata más ampliamente el principio de la fraternidad trazado en la Palabra de Dios.—El hogar adventista, 25 (1894). HHD 260.4